LA PINTURA FLAMENCA DEL SIGLO XV. LOS HERMANOS VAN EYCK

La importancia del “Gótico Internacional” se rompe con la irrupción de la Pintura Flamenca, última fase de la pintura gótica, a partir del primer cuarto del siglo XV, momento en el que el ambiente artístico europeo ve nacer un nuevo centro creador en los Países Bajos, aportando uno de los capítulos más brillantes de la historia de la pintura, en paralelo con el Quattrocento italiano.

La prosperidad económica y el desarrollo comercial ya desde la mitad del siglo XIII, provocan un gran florecimiento urbano y una renovación social con un gran desarrollo burgués, siendo ésta, junto a los gremios, la nobleza y la Iglesia, sus principales clientes.

 1-    CARACTERÍSTICAS GENERALES DE LA PINTURA FLAMENCA:

·         Es una pintura objetiva, gusto por la minuciosidad escandalosa y gran preciosismo en un ESPACIO REDUCIDO DE LA TABLA.
·         Representación de cosas cotidianas, en muchas ocasiones de carácter simbólico.
·         Realismo, veracidad antes que idealización, captación psicológica de los personajes en los retratos.
·         Amor al paisaje. Montañas, caminos que se alejan, prados verdes y bosques reflejados con exactitud. Luces en el horizonte y brillos en las aguas. Cuando la escena es en una habitación, el paisaje suele aparecer a través de una ventana o de una puerta. Esta pasión por el paisaje los acerca a los primeros renacentistas italianos.
·         Recreación del espacio mediante la ilusión de la perspectiva, aunque sin llegar a la perspectiva “científica” renacentista.
·         La mayoría de las obras son sobre tablas de pequeño tamaño, y con frecuencia son trípticos (tres tablas).
·         Lo que se considera su aportación principal es la utilización y el perfeccionamiento de la pintura al óleo, que se incorporará de forma definitiva a la pintura europea. Descubren las propiedades del aceite de linaza o cañamón junto a resinas naturales como aglutinantes de los pigmentos. Esta técnica del óleo, otorga un brillo nuevo a los colores, posibilita la minuciosidad en los detalles, las correcciones durante el proceso de ejecución de la obra, y permite matizar los colores mediante las famosas “veladuras”, capas sutiles y traslúcidas, que se colocan sobre un fondo más denso y resaltan las calidades de los objetos.

Los principales autores de esta escuela son Robert Campin (Maestro de Flamelle), los hermanos Van Eyck ( Hubert, pero fundamentalmente Jan Van Eyck), Rogier Van Der Weyden, Gerard David, Hans Memling, Hugo Van del Goes, Patinir, BrueghelEl Bosco...

Rogier Van der Weyden destacó como dibujante y como pintor, actitudes que ya empezó a cultivar desde su infancia. Sus principales obras fueron “El Descendimiento”, “Políptico del Juicio Final”, “El Calvario” y el “Tríptico de la Adoración de los Reyes”. “El Descendimiento De la Cruz” se encuentra en el Museo Del Prado. Esta obra fue realizada alrededor de 1436, y se trata de un cuadro de gran formato en el que los personajes son casi de tamaño natural. Tiene un fuerte carácter dramático, y los colores son vivos, intensos y brillantes. Destacan los plegados prácticamente geométricos de los personajes. Los cuerpos de la Virgen y de Cristo se disponen siguiendo la misma línea diagonal.

Brueghel el Viejo (1568-1625) fue miembro de una familia de grandes artistas. Alcanzó un gran éxito profesional y social durante su vida. Le unió una gran amistad con otros pintores, entre ellos Rubens. Su espíritu innovador se hace visible y sus paisajes panorámicas, montañosos y de bosques frondosos. Entre sus obras, destacaron algunas como “Los cazadores en la nieve”, “Juego de niños” o “La boda campesina”.

J. Van Aken, El Bosco, nació en 1450 en Holanda, pero realiza sus obras en Flandes. Fue el pintor preferido de Felipe II. Su pintura está impregnada por una visión muy personal, de gran perfección técnica, calidad en el dibujo, fantasía, originalidad e ironía. Una de obras más conocidas es  “El jardín de las delicias”, con un punto de vista muy alto, con muchas figuras y gran número de elementos imaginarios y simbólicos. De izquierda a derecha las tablas representan el paraíso terrenal, escenas pasionales y eróticas en la parte central, y el infierno a la derecha. Tradicionalmente se ha interpretado este cuadro como un alegato moralizador contra el pecado de la lujuria. Otras obras importantes de este autor fueron “El carro de heno” o “La mesa de los pecados capitales”.

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A España también llegó este estilo, en la llamada “pintura hispanoflamenca”, en la que destacaron Lluís Dalmau y Bartolomé Bermejo.


2- LOS HERMANOS  VAN EYCK. 

Jan Van Eyck (1390-1441) nace cuando el llamado “estilo internacional” o “arte de 1400” se encuentra en una etapa de primer desarrollo. Mientras trascurre su infancia y adolescencia alcanzará su punto más elevado. Desde 1425 entra al servicio de Felipe el Bueno, duque de Borgoña. En estos primeros momentos se le atribuyen dos tablas que debieron formar parte de los laterales de un tríptico: “Crucifixión” o “Juicio Final”. Su hermano Hubert fue también un pintor flamenco del gótico, y hermano mayor de Jan, además de su preceptor. Juntos realizaron algunas obras.

Una de sus primeras obras fue el “Políptico del Cordero Místico”, realizada junto a su hermano Húbert en la década de los veinte del siglo XV. Encargada por el matrimonio Vijd, quienes previamente habían financiado la construcción de una capilla propia en el deambulatorio de la Catedral de San Bavon de Gante. Se trata de un políptico abierto, aunque siempre se menciona la Cordero Místico al hablar del título de la obra, no es el protagonista en absoluto. Se divide en dos pisos. En el piso superior, en el centro, aparece la imagen entronizada y solemne de Dios Majestad, cubierta su cabeza con una tiara papal y bendiciendo con su diestra mientras que a ambos lados están María y San Juan Bautista. El fondo no es paisajístico, sino de oro y telas ricas, y presenta un aspecto de icono. En los laterales de este piso superior aparecen dos grupos angélicos, los que cantan y los que tocan instrumentos, y dos magníficas figuras de Adán y Eva que resaltan sobre una especie de nicho con oscuro sombreado que han causado siempre una gran impresión. Eva presenta el vientre deformado. En el piso inferior, “Todos los Santos que adoran al Cordero Místico” aparecen divididos en varios grupos, y son todos identificables. Presenta un punto de vista alto con el fin de ofrecer un panorama que permita un amplio despliegue de las figuras. El paisaje presenta un detallismo inaudito (plantas mediterráneas). La técnica utilizada es evidentemente el óleo. El uso abundante de las veladuras, que son finísimas capas de pintura sobre un fondo más denso y de color más profundo, que permite que se obtenga el efecto de que la pintura brilla y tiene profundidad real. Será característica de la futura pintura flamenca.

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Otra de sus obras importantes será el “Políptico cerrado”, con la escena de la “Anunciación” en el piso superior y cuatro grandes nichos enmarcados con arcos y columnillas en el piso inferior (Juan Bautista y Juan Evangelista en el centro flanqueados por Joos Vyd y Elisabeth Borluut.

Entre los años 1432 y 1441, fecha de su muerte, se sitúan todas las obras que con seguridad se le pueden atribuir. Destacan: “Retratos de los esposos Arnolfini” (Lourdes, National Gallery), los retratos de Arnolfini de Berlín, del Cardenal Abbergati, “La Virgen del Canciller Rolín” (Museo del Louvre, París), “La Virgen del Canciller Rolin” (Museo del Louvre, París), “La Virgen y Var del Paele” (1436), “El hombre del turbante” y “Retrato de su esposa Margarita van Eyck” (1439). De esta época abundan los encargos de sus clientes italianos.

La más conocida de todas ellas es la primera. Giovanni Arnolfini, mercader italiano de la toscana, y su esposa, Giovanna Cenanni, pertenecían a familias de cierta importancia de la ciudad de Lucca. No estamos ante un mero retrato, sino que el pintor se manifiesta como testigo de la unión, y se nos sitúa ante algo semejante a un contrato de matrimonio o a una promesa de tal. El matrimonio entonces no requería un sacerdote que sirviera necesariamente de testigo, sino de un acto voluntario de los que iban a desposarse. El modo en que se toman la mano, que parece ser el juramento o promesa. El ambiente elegido es el dormitorio de una casa burguesa: ventana abierta (foco de luz pero no el único), lámpara de un solo cirio encendido (símbolo de Cristo, se utilizaba, entre otras cosas se hacía el juramento matrimonial o algún acto jurídico), perrillo (símbolo de la fertilidad), espejo (refleja, deformado, todo lo que se ve en la habitación; también representa a los dos individuos que están ante los esposos, testigos del pacto matrimonial. Además simboliza la pureza), cabecero de la cama (talla de madera de Santa Margarita sobre el dragón, patrona y protectora de los nacimientos), frutas próximas a la ventana (pureza del hombre antes de la caída), zapatos situados descuidadamente a un lado (recuerdan el pacto de Dios con Moisés y por extensión, con todos los hombres), ricas vestiduras (marcado contraste entre el colorido femenino y la austeridad masculina),  el vientre pleno de la esposa  (gusto de la época o anuncio de la fecundidad ligada al matrimonio). Todo representado con gran realismo transfigurado y simbolista.

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“La Virgen del Canciller Rolin” es otra obra maestra de la pintura, fechada en 1435-1437. Es más que un simple retrato o un cuadro religioso. El Canciller Nicolás Rolín, quizás la personalidad política bogoñona más destacada de la época de Felipe el Bueno, fue uno de los grandes promotores artísticos de su tiempo. Se hizo representar por Van Eyck de una forma que podría considerarse insolente, situándolo en el mismo plano que a la Virgen. El lugar del salón que tiene algo de Iglesia románica o de palacio inventado, con una galería abierta por tres arcos a un relativo exterior. En medio de la sala hay un reclinatorio en el que se arrodilla Nicolás Rolín, vestido de ropajes muy ricos,  juntando las manos en oración, con un libro y dirigiendo la vista a la Virgen con el Niño que tiene enfrente. María se encuentra sobre un asiento de madera con un rico cojín, y se cubre con un gran manto rojo. El niño está adelantado y completamente desnudo, con un globo del mundo con una Cruz en la mano izquierda y alzando la mano derecha bendiciendo al Canciller. Completa el cuadro el ángel que sostiene la corona de oro y pedrería sobre la cabeza de María. Pero lo más llamativo de esta pintura es la vista del exterior a través de la galería abierta del fondo: primero un jardín, luego un camino y a continuación un amplio paisaje urbano primero y de campiña en un segundo plano. Muy al fondo montañas abiertas de nieve.

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Con esta obra guarda muchas similitudes otra de sus obras maestras, “La Virgen y Van der Paele” (1436). En ella el interior representado es de iglesia románica, con deambulatorio, situando a la Virgen con el niño en la posición del altar. El niño juega con un papagayo, mientras toma un ramo de flores. A nuestra izquierda figura San Donaciano (patrón de Brujas) vestido de obispo con extremado lujo portando una cruz y la rueda con cinco candelas que lo salvó de morir ahogado. A nuestra derecha San Jorge, armado como un caballero, mientras parece proteger al canónigo arrodillado. En la obra aparecen unos magníficos retratos y está llena de detalles  impresionantes, típicos de la minuciosidad de la pintura flamenca y del simbolismo de toda la obra.

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LA PINTURA ITALIANA DEL TRECENTO


1- CARACTERÍSTICAS GENERALES DE LA PINTURA GÓTICA:

La pintura gótica expresa el cambio producido en la vida y en los ideales europeos. Convertida en una de las más importantes manifestaciones ciudadanas, se hace eco de la espiritualidad que guía el mundo gótico. Se rompe con los rígidos esquemas del románico, donde lo sagrado era algo distante, para acercarse a la naturaleza, reflejo de la divinidad. Todo ello conduce a la conquista de logros estéticos y técnicos que se irán incorporando en las distintas etapas. En este giro estético influye la nueva clientela, que deja de ser monástica para ser sustituida por la Iglesia, los Reyes y la burguesía en continuo crecimiento, que potencian la producción de obras protegiendo a los artistas que desarrollan talleres ciudadanos importantes.

En relación con los distintos periodos, escuelas y países, así como por la utilización de distintos géneros y técnicas, se establecen cuatro etapas sucesivas en la evolución de la pintura gótica:

  1. Gótico Lineal (o estilo franco-gótico): 1200-1330 aproximadamente.
  2. Estilo italo-gótico: Duecento (siglo XIII) y Trecento (siglo XIV).
  3. Gótico internacional: 1350-1420 aproximadamente.
  4. Pintura Flamenca: a partir del primer cuarto del siglo XV.

Todas las manifestaciones quedan definidas por una nota común: el naturalismo, que implica un acercamiento al mundo real, de acuerdo al pensamiento escolástico. El naturalismo, convertido en la expresión de un deseo de unir al hombre con la divinidad, lleva a analizar la naturaleza en sus mínimos detalles. Ello contribuye a conseguir un gran sentido narrativo, que llegará en ocasiones a una precisión analítica cuya evolución final desembocará en el realismo del siglo XV, conseguido en la pintura flamenca. Este cambio de pensamiento se explica por la profunda transformación religiosa iniciada por San Bernardo y San Francisco, que promueve un acercamiento al mundo que lo rodea viendo en cada criatura un fiel reflejo de la divinidad. Además la religiosidad franciscana valora de forma singular el sentimiento, buscando despertar la emoción del espectador ante la obra.

Cuatro son los elementos que desde un punto de vista compositivo determinan el desarrollo de la pintura gótica: el dibujo, el color, el espacio, y la luz, que unidos a la preocupación por la expresión y el sentimiento narrativo, resumen sus caracteres estilísticos. En esta etapa se desarrolla una gran preocupación espacial, así como la búsqueda de una pseudo-perspectiva.

Muchos de los temas de la pintura gótica derivan de la Alta Edad Media. Otros surgen en función de las circunstancias del momento, como sucede con la iconografía de Cristo o con la imagen mariana difundida por el arte italiano a partir de modelos bizantinos (La Maesta o las Vírgenes de ternura) o el especial desarrollo de temas en torno a la muerte, reflejo de la situación crítica que se vivió a finales de la Baja Edad Media. Las hagiografías o vidas de Santos, basados en la Leyenda Dorada, enriquecen con multitud de detalles narrativos y anecdóticos la pintura gótica. Al margen de la iconografía religiosa se desarrolló también una temática profana, inspirada fundamentalmente en textos literarios (textos clásicos, amor cortés), o en relatos de libros de viajes a través de los cuales se introducirá el elemento fantástico.

Respecto a las técnicas utilizadas por los maestros góticos, la pintura mural utiliza la del fresco. Giotto es uno de los maestros que logra una mayor perfección en la aplicación de los colores. Sobre tabla se utiliza también la pintura al temple. Por otra parte, la presencia de la pintura al óleo tiene especial vigencia y difusión en la pintura flamenca.



2- EL ESTILO ITALO-GÓTICO: EL TRECENTO

Con la llegada del siglo XIV se produce un cambio trascendental en el desarrollo de la pintura gótica, desplazándose la atención desde Francia a Italia, que pasa a ser el centro artístico y cultural de Europa. Ya en el siglo XIII se había desarrollado en Italia la pintura del Duocento, muy influída por el bizantinismo y representada por nombres como Pietro Cavalli y Cimabue, cuyos avances en la búsqueda del naturalismo y la expresión de sentimientos hay que tener en cuenta para explicar la posterior eclosión del siglo XIV.

La pintura del trecento italiano representa una doble tendencia: la florentina y la sienesa. La Escuela Florentina, cuyo máximo representante será Giotto, rompe con la tradición bizantina, introduciendo novedades desde el punto de vista técnico y estético que abren paso al Renacimiento. La escuela de Siena, por su parte, tendrá como máximo representante a Simone Martini, que a través de su estancia en Avignon supondrá el arranque de la pintura del gótico internacional.

2.1- PRINCIPALES APORTACIONES DE ESTA ETAPA:

  • Utilización de nuevos recursos técnicos, como la preocupación por el espacio, que desembocará en un tipo de especial de perspectiva en la que se yuxtaponen diversos puntos de vista convergentes, preparando el camino para la pintura renacentista.
  • Preocupación por la figura, anatomías más realistas y estudio del volumen.
  • Interés por las actitudes, gestos y expresión de los sentimientos.
  • Abandono progresivo de los fondos dorados y búsqueda de la luz natural con la que se intenta modelar las figuras: los colores dejan de ser planos para buscar gradaciones cromáticas (pintura tonal).

Mientras la Escuela de Florencia difunde un arte con monumentalismo, sentido volumétrico y teatralidad, la Escuela de Siena, sin olvidar los avances técnicos, representa un arte más amable, suave, en el que se valora la belleza de líneas y la combinación de colores, resultando una pintura un tanto idealizada con preferencia por los temas marianos.


2.2- PRINCIPALES ESCUELAS Y ARTISTAS DEL TRECENTO ITALIANO:

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2.2.1- LA ESCUELA DE FLORENCIA: GIOTTO DI BONDONE (1266-1337)

Es el artista más relevante del Trecento italiano si atendemos tanto al volumen de su obra como a la trascendencia de la misma. Supone un cambio profundo en la evolución de la pintura gótica, así como con la historia de la pintura general. Es el creador de un nuevo lenguaje artístico en cuanto al espacio, la luz y la narración de escenas, que lo llevan a ser el iniciador de la pintura moderna. Representa la corporeidad de las figuras, el paisaje y encuadres arquitectónicos. Sus figuras ofrecen una monumental corporeidad, reforzada por la utilización de efectos lumínicos: profundas sombras en los flotantes de los pliegues de los ropajes y modelados de los rostros (aunque éstos se mantengan diferenciados). Los paisajes aparecen, aunque simples, de forma que es la figura la protagonista. Sus arquitecturas son pequeñas e inverosímiles, llegando incluso a efectos propios del teatro, como es cortar un edificio para que se vea lo que hay dentro. Utiliza en ellas ya la perspectiva.

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Para Giotto este descubrimiento de crear ilusión de la profundidad sobre una superficie plana le permitió cambiar todo el concepto de la pintura. En este sentido el componente esencial de su estilo es la desaparición de los esquemas rígidos que caracterizan la pintura anterior, para adquirir un sentido eminentemente narrativo y expresivo: inaugura la representación de episodios de la vida de un santo (fundamentalmente San Francisco de Asís); valora los espacios para que las figuras tengan espacio sobrado para desenvolverse, oponiéndose a la serie seguida medieval; se sirve de la asimetría, lo que confiere “vida” a sus escenas; utiliza un amplio repertorio gestual para representar actitudes y sentimientos; consigue dar unidad al episodio recurriendo a las miradas de los personajes.

Sus obras más famosas son sus grandes conjuntos murales (frescos) de la Iglesia Alta de Asís, de la Capilla Scrovegni en Padua y de la Iglesia de la Santa Croce de Florencia (Capillas Peruzzi y Bardi). Arriba aparecen: "La resurrección de Lázaro", "La huída a Egipto" y "Retrato de hombre con turbante".
La fama y respeto ganados por Giotto iniciaron un nuevo capítulo en la Historia del Arte. A partir de entonces, ésta, primero en Italia y después en los demás países, es la historia de los grandes artistas.

2.2.2- LA ESCUELA DE SIENA: SIMONE MARTINI (1283-1344)

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Probable discípulo de Duccio, es el máximo representante de la Escuela sienesa. Simone Martini tiene un lenguaje artístico muy personal, caracterizado por un cierto “bizantinismo”. Además posee un aire delicado, amable y cortesano. Prefiere las líneas, gráciles y onduladas a las masas sólidas. A la figura humana le otorga un tratamiento estilizado y al color un sentido preciosista y decorativo. Sigue utilizando los fondos dorados, lo que permite concentrar la atención sobre los personajes. Su arte es miniaturístico y en su producción también existen bastantes muestras de sus inquietudes en relación al espacio.

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Sus temas más característicos son los dedicados a la Virgen, destacando la “Maestá” de 1315 para el Palacio Público de Siena, un icono de la Virgen bajo palio, rodeada de los santos locales y, por supuesto, su “Anunciación” del Museo Uffizi de 1333. Esta es su obra cumbre. En ella funde el convencional fondo de oro bizantino con la línea ondulante del gótico francés, visibles en las refinadas y elegantes siluetas del ángel y María. Es una creación exquisita que ha sido relacionada con los poemas de su amigo Petrarca. Arriba también aparece otra de sus importantes obras: "Camino al Calvario".

Destaca también en su producción un ejemplo de pintura profana, el retrato ecuestre (el primero del arte italiano) de Guidoriccio da Fogliano de 1328, personaje que había salvado la independencia de la república sienesa, repeliendo con sus fuerzas mercenarias la invasión de la vecina ciudad de Lucca. Acomete encargos importantes fuera de la ciudad (Nápoles), siendo de especial trascendencia su estancia en Avignon, ciudad en la que permanece desde 1340 hasta su muerte, ya que esta etapa supone la difusión del Trecento sienés y, sobre todo, el arranque del estilo internacional.

Además del ya mencionado Duccio di Buoninsegua, habría que destacar en esta escuela sienesa a los hermanos Pietro y Ambrogio Lorenzetti.