LA PINTURA BARROCA EN ITALIA. EL NATURALISMO Y LOS PROBLEMAS DE LA LUZ: CARAVAGGIO. EL CLASICISMO EN LOS FRESCOS DE LOS CARRACCI.

LA PINTURA BARROCA EN ITALIA. EL NATURALISMO Y LOS PROBLEMAS DE LA LUZ: CARAVAGGIO. EL CLASICISMO EN LOS FRESCOS DE LOS CARRACCI.

El Barroco es el periodo del arte comprendido entre los años 1600 y 1780, nacido en Roma a partir de las formas del Cinquecento. Este estilo fue la expresión propagandística del absolutismo monárquico y de la Iglesia de la Contrarreforma, que lo utilizaron como manifestación de grandeza.

1- CARACTERÍSTICAS GENERALES DE LA PINTURA BARROCA

Interés por los efectos lumínicos. Perfección en el uso del claroscuro.
Predominio del color sobre el dibujo.
Composiciones complejas y representación del movimiento.
Los principales soportes son la tela y el muro.
Gran naturalismo.
Decoración ilusionista (pintar paredes, cúpulas, etc.) con la intención de desmaterializarla.
Difusión del bodegón (pintura de objetos cotidianos), que se suma a los géneros pictóricos tradicionales.

La luz es la gran protagonista, que da una iluminación teatral, volumen, habla, sugiere, resalta unas zonas y deja otras en penumbra (claroscuro y Tenebrismo). Las técnicas más utilizadas son el óleo sobre lienzo, con una pincelada suelta, rica y llena de matices, y la pintura mural al fresco. Las composiciones son abiertas, con escorzos, líneas diagonales, curvas y líneas centrífugas.

Muchas obras están dotadas de gran teatralidad y en ellas el pintor juega con el espectador haciéndole partícipe del cuadro. Predominan los interiores y prescinden del paisaje. Los temas más representados son religiosos, mitológicos, retratos, bodegones y naturalezas muertas. Se capta lo instantáneo, los sentimientos y las pasiones. Se busca el Realismo mediante el naturalismo: la realidad se acepta tal como es, con imperfecciones.

2- ITALIA

2.1 EL NATURALISMO Y LOS PROBLEMAS DE LA LUZ (EL TENEBRISMO)

El Tenebrismo fue iniciado en Italia por Caravaggio. Michelangelo Merisi, conocido como Caravaggio en alusión a su ciudad natal, se formó como pintor en Roma. Su intensa actividad pictórica se alternó con una vida intensa y turbulenta. Fue pintor de vida agitada y obra rebelde. Legó a las generaciones posteriores el uso de la técnica del claroscuro para dar gran dramatismo a la escena representada, y también la plasmación realista, ajena a toda idealización, de temas religiosos (que desacralizó y representó como dramáticos momentos de la vida cotidiana. Su espíritu rebelde lo alejó de las convenciones pictóricas en pro de un estilo personal.

Michelangelo Merisi nace en Caravaggio en 1573. Quedó huérfano muy joven, por ello abandona su hogar para ir a Milán, y hacia 1589-90 se traslada a Roma. Observa todo lo que le rodea y ansía plasmarlo en sus obras de un modo fiel a la realidad. Se decanta por el empleo de un foco de luz para ir modelando plásticamente las figuras representadas en su pintura. Por medio de hábiles golpes de luz sabe resaltar las partes más elocuentes, mientras que el resto permaneció en penumbra. Este modo de iluminación caravaggiesca tendrá mucha influencia en el Barroco.

Las atmósferas de luz y tiniebla envuelven escenarios muy realistas. Caravaggio se inclina por la representación de los aspectos más crudos de la realidad. Este rasgo fue muy criticado en su tiempo, pues la sociedad no estaba preparada para aceptar algo tan revolucionario. Hasta entonces lo que había primado era la idealización. Era inconcebible el representar a personajes bíblicos despojados de toda majestuosidad. Cuando Caravaggio eligió como modelo de María, en la obra “La muerte de la Virgen”, a una mujer ahogada en el Tíber con el rostro hinchado y el vientre abotargado, se consideró como una burla al cristianismo.

El Tenebrismo es una contribución pictórica de trascendencia universal. Influye en la producción pictórica de autores como Guido Reni, Rembrant, Zurbarán, Murillo o Velázquez. A diferencia del arte realizado hasta el momento, se manifiesta la posibilidad de representar objetos tal y como son en la realidad: la hoja seca, la manzana agusanada, sin tratar de alterar los colores y aspectos de la naturaleza.

Caravaggio encuentra en el Cardenal Francesco María del Monte a su primer protector, quien, encantado con su pintura, compra algunas de sus obras y lo coloca en un entorno cultural mucho más estimulante. En este periodo el pintor realiza obras maestras como “Cabeza de Medusa”, “San Juan Bautista”, “El amor vicioso” y “Judith y Holofernes”. Con “La vocación de San Mateo” comienza la trama estilística de Caravaggio, expresada en el informe de la luz y la sombra, que después se desarrollará a trabajos posteriores. El corte de la luz lleva el ojo del espectador de derecha a izquierda. Los personajes son representados con ropas de época; la luz, luz suave que proviene de una ventana, es el elemento que caracteriza toda la obra. El último cuadro de su etapa romana fue “La muerte de la virgen”, claro exponente de su estilo tenebrista. En ella utilizó, junto al claroscuro un segundo componente para acentuar el dramatismo: el color. El pintor optó por una paleta de color saturado y usó una gama oscura.

El carácter pendenciero y violento del artista lo lleva a matar a un hombre durante una pelea en Roma en la que el propio Caravaggio resultó herido. Un tribunal romano lo condenó a morir decapitado, aunque consigue huir a Nápoles. A partir de aquí aparecen en su pintura, de manera obsesiva, la imagen de ejecutados con la cabeza cortada. Entre 1606 y 1607 vive en Nápoles, trabajando en “Los siete actos de la Misericordia” y “La flagelación de Cristo”.

En 1608 el pintor estuvo en Malta, donde fue nombrado Caballero de la ciudad, una situación que supondría su rehabilitación después de la vida salvaje y escapar de la injusticia. En Malta realizó su mayor lienzo, “La decapitación de Juan el Bautista”. La escena representada es muy básica. Representa un ambiente sórdido, con colores apagados.

Fue detenido por una lucha con un caballero superior, y al ser descubierta la sentencia de muerte que pesaba sobre él, Caravaggio fue encerrado en la prisión de San Ángel en la Valetta, de la que logró escapar. En Siracusa, donde se refugia, pinta “El entierro de Santa Lucía”. En esta obra, como en las que realiza posteriormente en Messina, “La resurrección de Lázaro” y “Adoración de los pastores”, confirma su tendencia a la utilización de grandes telas. En 1609 Caravaggio regresa a Nápoles. Allí atormentado por la visión de su decapitación, realiza obras como la que muestra a David con la cabeza cortada de Goliat, y la de Salomé con la cabeza de Juan el Bautista.

En 1610, en la playa de Port' Ercole, donde esperaba un barco para regresar a Roma para volver a escapar de la justicia, fue detenido y encarcelado, perdiendo todos sus bienes. Murió el 18 de julio de ese año en esa misma playa, parece ser que víctima de una enfermedad contagiosa. Aún no había cumplido los 39 años.

2.2- EL CLASICISMO EN LOS FRESCOS DE LOS CARRACCI.

A finales del siglo XVI Italia conocerá la obra de dos artistas, polos opuestos, que van a imprimir carácter a la pintura italiana y europea de la primera mitad del siglo XVII: Caravaggio y Anibal Carracci (1560-1609). El primero, del que ya hemos hablado en el punto anterior, es el padre del naturalismo. El mayor reproche que se hizo a esta pintura en su tiempo fue que representaba lo cotidiano y que les faltaba lo ideal. La pintura de Carracci, en cambio, fue aceptada desde el primer momento por las clases sociales más acomodadas porque supo expresar la belleza con nobleza y grandilocuencia. Para Caravaggio todo lo real era digno de ser representado: la belleza y la fealdad, lo agradable y lo repugnante, lo armonioso y lo deforme; para Carracci no todo lo real debía ser representado: el artista debía corregir la naturaleza, abstrayendo de ella las irregularidades e imperfecciones, y representando las cosas no como eran sino como deberían ser.

En 1585 se inauguró en Bolonia la primera Academia de Bellas Artes dedicada a la pintura, modelo de la que surgirán las instituciones oficiales a partir del siglo XVII. Esta escuela fue fundada por Ludovico Carracci y sus primos Agostino y Annibale. Alcanzó gran renombre. Los estudiantes en ella además de estudiar dibujo y pintura, tenían que cursar literatura, filosofía, historia y otros conocimientos de cultura general. Para estimular a los discípulos se convocaban concursos artísticos. Al concebir la pintura como algo ligado a lo intelectual, no es de extrañar que de la Academia saliesen hombres ilustrados, pero rara vez verdaderos artistas.

Annibale o Aníbal Carracci fue el principal representante de esta escuela, conocida como eclecticismo o clasicismo pictórico. Las principales características de su pintura serán:

Se le considera ecléctico por reunir lo bueno y más representativo de cada maestro del siglo XVI: la terribilitá y la fuerza muscular de las anatomías de Miguel Ángel; el sobrio dibujo, el equilibrio y la simetría compositiva de Rafael; el color y el desnudo de Tiziano y de la escuela veneciana; la elegancia y la sensualidad de Correggio.
Estudiaba las composiciones con gran rigor. Basándolas en esquemas geométricos, ordenados y equilibrados.
Nunca pretendió que sus personajes conmocionaran al espectador, de ahí que el movimiento y la expresividad fueran mesurados. Constaba de la serenidad y majestuosidad de la escultura clásica.
Utilizaba la luz uniforme y una entonación suave y armoniosa, rechazando contrastes y estridencias, como corresponde a una pintura reflexiva y no sensitiva.
Su técnica se basaba en el dibujo.

Sus primeras obras, hasta 1895, reflejan costumbrismo y hasta naturalismo. A esta etapa corresponden obras como “La carnicería” y “El comedor de alubias”, entre la caricatura y la escena de género.

Carracci también trabajó en obras religiosas y mitológicas por influencia de su primo Ludovico y de su hermano Agostino. De 1588 a 1590 residió en Venecia donde recogió de Tiziano tanto el sentimiento religioso como el amor por el desnudo y lo pagano. Fruto de este eclecticismo en estos años son obras con las que gana fama y clientes: “Madonna de San Lucas”, “Asunciones de la Virgen”, “Venus, Sátiro y Cupido” y “Venus y Adonis”.

Entre 1595 y 1605 realizó los “Frescos de la Galería del Palacio Farnesse”, en Roma. Allí entró en contacto con la obra de Rafael y Miguel Ángel. Su influencia se aprecia notablemente en esta obra. En la gran galería del palacio desarrollara un programa iconográfico de tema simbólico. Bóveda, muros y testero aparecen divididos en recuadros en los que se insertan narraciones mitológicas separadas por figuras y medallones que recuerdan a la Capilla Sixtina. Alcanzará la categoría de obra maestra por su tremenda repercusión como modelo de decoración palaciega. El conjunto viene a representar la idea general del triunfo del amor divino sobre el humano, expresado a través de diversos temas de mitología. El cuerpo central está ocupado por el “Triunfo de Baco”. El tema mitológico es el pretexto para realizar de forma sensual y lleno de pagana alegría, un canto a la excelencia de la voluptuosidad como en pocos años hará Rubens.

Sus últimas obras, y en especial la “Decoración de la capilla del Palacio Al dobrandini”, “La huida a Egipto” y “El entierro de Cristo”, suponen el inicio de la corriente barroca del paisaje clasicista, que ordena y organiza de forma racional los datos de la realidad, haciendo que resulten simples, bellos y en reposo. Sus personajes contemplan la naturaleza, descansan o se afanan en su oficio. El tema narrativo es secundario.

En 1609, falleció en Roma, pero su huella se dejó sentir en Italia y en el resto de Europa. Seguidores importantes de Carracci en Italia fueron pintores como Guido Reni y el Guercino. También influyó en pintores franceses como Poussin y Claudio de Lorena, y en flamencos como Pedro Pablo Rubens.

LA ESCULTURA BARROCA EN ITALIA: BERNINI

LA ESCULTURA BARROCA EN ITALIA: BERNINI Y BORROMINI.


1. CONTEXTO HISTÓRICO-ARTÍSTICO 

El término barroco (“perla irregular y rara” en castellano y portugués) fue utilizado por los neoclásicos para referirse peyorativamente al arte desarrollado en Europa y América Latina desde finales del siglo XVI hasta bien entrado el siglo XVIII.

Durante el siglo XVII en Europa se producen enfrentamientos por tener la hegemonía tras la decadencia de España. Hay una gran afirmación de las nacionalidades y se produce la consolidación del poder absoluto de los monarcas (Monarquías absolutas, especialmente la del rey borbón Luis XIV de Francia, el conocido como Rey Sol), frente a las fórmulas parlamentarias de Holanda y Gran Bretaña. Comienza la lucha por el dominio comercial del mundo, y se produce la Guerra de los “Treinta Años”, fruto de las tensiones religiosas entre católicos y protestantes.

El Barroco nace en Europa regida por dos entidades:

El Papado, que intenta retomar las riendas del poder tras la escisión producida por la Reforma protestante (Contrarreforma Católica).

Las Monarquías Absolutas de Francia (Luis XIV) y España (últimos reyes de la casa de Los Austrias y primeros borbones), que quieren dejar patente el poder y la gloria de sus reinados.

El Barroco nace como instrumento artístico de una Iglesia Católica que, para combatir la difusión del protestantismo, esgrime la doctrina de la Contrarreforma, surgida del Concilio de Trento. Por su parte, las monarquías absolutas también se sirven del arte Barroco para representar un gigantesco espectáculo de poder y de gloria. El arte desempeña, pues, la doble función de impresionar y de transmitir contenidos ideológicos.

El Barroco llama a los sentidos del espectador y quiere fascinarlo. El Renacimiento era equilibrio, sobriedad, racionalismo, lógica, contención, serenidad. El Barroco es movimiento, ansia, novedad, búsqueda del contraste, de lo teatral y de lo fastuoso.

La escultura barroca llama a los sentido del espectador. El Renacimiento era equilibrio, sobriedad racionalismo, contención, proporción, serenidad. El Barroco será movimiento, expresividad, ansia de novedad, búsqueda del contraste, de lo teatral y de lo fastuoso.

Italia continúa siendo el gran centro artístico y cultural de Europa, y la Roma de la Contrarreforma gozará de una gran productividad al servicio del poder y de la gloria de la Iglesia católica. En ella brilló con luz propia la escultura de Gian Lorenzo Bernini.


2. PRINCIPALES CARACTERÍSTICAS DE LA ESCULTURA BARROCA 

Las principales características de la escultura barroca serán:

  • Gran dominio técnico, que en algunos casos llega hasta el virtuosismo.
  • Esquemas libres y cánones más esbeltos que el Renacimiento.
  • Gran teatralidad para escenificar el poder de la Iglesia católica y de la monarquía absoluta, especialmente la de Luis XIV de Francia, el “Rey Sol” (Dinastía borbónica).
  • Captación del movimiento y de los instantes fugaces.
  • Juegos de luces y sombras acentuados por gestos enfáticos y por ropajes más anchos y aparatosos de lo normal.
  • La escultura cumplirá habitualmente una función decorativa de la arquitectura.
  • Los temas predominantes serán el religioso, el mitológico y el funerario.

    Entre los principales escultores se encuentran Stefano Maderno, Pietro Bernini, Camillo Mariani, Francesco Mochi y Alesandro Agardi. Pero el verdadero auge de la escultura barroca se alcanzó con la figura de Bernini. 

3. BERNINI (1598-1680)

Gian Lorenzo Bernini nació en Nápoles en 1598, aunque la mayor parte de su vida y de su producción artística la desarrollará en Roma. Además de escultor fue arquitecto y pintor. Su larga vida fue casi una sucesión continua de éxitos durante el siglo XVII. Fue el creador favorito de casi todos los Papas. Trabajó abundantemente para los grandes mecenas de la Roma barroca, como para el Papa Urbano VIII y la familia Barberini. Su hijo lo definía como un hombre de “naturaleza áspera, constante en su trabajo, acalorado en la ira”. Era profundamente religioso. Para él la unión de la religión con el arte era tal que consideraba su don una gracia de Dios y sus maravillosas ideas, inspiración divina.

3.1- SUS PRINCIPALES OBRAS

Gian Lorenzo Bernini esculpió entre 1618 y 1625, con poco más de veinte años, cuatro esculturas para el Cardenal Scipione Borghese: “Eneas y Anquises” y el “Rapto de Proserpina” son muestras del virtuosismo barroco; “David” se aleja ya de Miguel Ángel y, más que exaltar al héroe, capta el momento en el que se produce la acción; y la escultura de “Apolo y Dafne”, iniciada antes que la de David y terminada tras ésta, que es la plasmación máxima del instante y del movimiento.

  • Eneas y Anquises (1618-1619): Eneas era un príncipe troyano hijo de Anquises y Venus, reconocido en la Historia por su piedad y por su valor. En la obra de Bernini Anquises es representado llevado a hombros por Eneas, plasmando el artista un amor inmenso de un hijo hacia un padre.
  • El rapto de Proserpina: realizada por Bernini entre los años 1621 y 1622 fue encargada por Scipione Borghese. Es una de las esculturas de mármol más realistas del siglo XVII. El mito nos cuenta el rapto Proserpina, hija de Zeus y de Deméter en la mitología griega, que fue raptada por Hades, y se vio obligada a vivir con él. El grupo escultórico representa el momento exacto en el que Hades (Plutón) arrastra a Proserpina a su reino infernal.
  • David (1623-1624): el artista lo esculpió con tan sólo 22 años este “David” a tamaño real. En ella se representa al futuro rey David, uno de los personajes del Antiguo Testamento, en la escena en la que derrota al gigante Goliat lanzando una piedra con una honda. Mediante una estructura y composición en espiral, Bernini logra plasmar el instante de la acción en desarrollo, tanto física como en su expresión psicológica. Es una obra magistral en la que logra captar la acción, el movimiento y la intención, subrayando aspectos realistas y psicológicos.
  • Apolo y Dafne: se trata de una escultura realizada en mármol, de tamaño natural. Fue realizada entre 1622 y 1625. La escena recoge el momento en el que el Dios Apolo alcanza a la ninfa Dafne, que huía de sus requerimientos amorosos. Ante el temor de que Apolo la alcanzara, la ninfa pide ayuda a su padre, Peneo, dios del río, quien la convirtió en laurel (Dafne significa laurel en griego). Bernini recoge el momento en que la ninfa se está transformando, por ello conserva partes humanas y otras vegetales, como las manos y el cabello. Los personajes aparecen idealizados dentro de los cánones de la belleza clásica; sin embargo, el conjunto transmite movimiento: las manos de Dafne se alzan hacia el cielo, y la pierna izquierda de Apolo se dispara hacia atrás en plena carrera. Los cuerpos de los protagonistas formas dos líneas curvas que se unen en el suelo. Una diagonal, formada por los brazos derechos de Apolo y Dafne, atraviesa la composición.
  • El éxtasis de Santa Teresa: en una de las estancias de la Capilla de Cornaro. Este conjunto de mármol es uno de los más espectaculares de la escultura barroca. Muestra el momento íntimo en el que Santa Teresa de Ávila recibe el don místico de la transverberación o unión con Dios en un fuego sobrenatural.



LA ARQUITECTURA EN ITALIA Y FRANCIA. LAS PLANTAS ALABEADAS DE BERNINI Y BORROMINI. EL PALACIO CLASICISTA FRANCÉS: VERSALLES.

LA ARQUITECTURA EN ITALIA Y FRANCIA. LAS PLANTAS ALABEADAS DE BERNINI Y BORROMINI. EL PALACIO CLASICISTA FRANCÉS: VERSALLES. 


El término barroco (“perla irregular y rara” en castellano y portugués) fue utilizado por los neoclásicos para referirse peyorativamente al arte desarrollado en Europa y América Latina desde finales del siglo XVI hasta bien entrado el siglo XVIII.

Durante el siglo XVII en Europa se producen enfrentamientos por tener la hegemonía tras la decadencia de España. Hay una gran afirmación de las nacionalidades y se produce la consolidación del poder absoluto de los monarcas (Monarquías absolutas, especialmente la del rey borbón Luis XIV de Francia, el conocido como Rey Sol), frente a las fórmulas parlamentarias de Holanda y Gran Bretaña. Comienza la lucha por el dominio comercial del mundo, y se produce la Guerra de los “Treinta Años”, fruto de las tensiones religiosas entre católicos y protestantes.

El Barroco nace en Europa regida por dos entidades:

El Papado, que intenta retomar las riendas del poder tras la escisión producida por la Reforma protestante (Contrarreforma Católica).

Las Monarquías Absolutas de Francia (Luis XIV) y España (últimos reyes de la casa de Los Austrias y primeros borbones), que quieren dejar patente el poder y la gloria de sus reinados.

El Barroco nace como instrumento artístico de una Iglesia Católica que, para combatir la difusión del protestantismo, esgrime la doctrina de la Contrarreforma, surgida del Concilio de Trento. Por su parte, las monarquías absolutas también se sirven del arte Barroco para representar un gigantesco espectáculo de poder y de gloria. El arte desempeña, pues, la doble función de impresionar y de transmitir contenidos ideológicos.

El Barroco llama a los sentidos del espectador y quiere fascinarlo. El Renacimiento era equilibrio, sobriedad, racionalismo, lógica, contención, serenidad. El Barroco es movimiento, ansia, novedad, búsqueda del contraste, de lo teatral y de lo fastuoso.

1- PRINCIPALES CARACTERÍSTICAS DE LA ARQUITECTURA BARROCA

El edificio barroco se plantea como un bloque único que se plantea como un todo:

Plantas elípticas, ovales o de gran complejidad geométrica.
Líneas CURVAS y superficies onduladas (paredes, entablamentos y fachadas...) con vocación de MOVIMIENTO.
Orden ondulante y orden gigante, que se suman a los cinco órdenes de la arquitectura tradicional (enriquecidos y complicados en exuberancia y fantasía).
Volutas y aletas (contrafuertes en formas de volutas)
Arcos ovales y mixtilíneos (combinación de partes rectas y curvas).
Bóvedas de cañón.
Decoración arquitectónica menuda y tupida, que contribuye al movimiento.
Dramatización de la atmósfera gracias al estudio de la iluminación: violentos claroscuros, contrastes entre pronunciados salientes y entrantes bruscos, etc. La luz guía la mirada en una dirección determinada.
Obsesiva búsqueda del efecto que no pone reparos en crear engaños ópticos: si no hay mármol se convierte en mármol la madera; si no hay oro, se dora el yeso. Los espejos de las galerías alternan y hacen irreconocibles las perspectivas; los techos planos se convierten en bóvedas gracias a los frescos; el reflejo del agua modifica el exterior.

2- LA TIPOLOGÍA ARQUITECTÓNICA Y URBANÍSTICA EN EL BARROCO

IGLESIAS: representan el poder eclesiástico. El arquetipo de iglesia de la Contrarreforma es “Il Gesú” (ficha 85 del libro de texto) de Vignola: nave única, cubierta por bóveda de cañón; transepto no sobresaliente con cúpula en el crucero y capillas laterales. En el exterior, fachada integrada en su contexto.

PALACIOS. Representan el poder real.

PLAZAS Y AVENIDAS. Articulan la ciudad. Las plazas, presididas por edificios simbólicos o fuentes, son el origen de las avenidas. Los jardines de los palacios, especialmente los franceses, articulan el recinto.

FUENTES MONUMENTALES. Integran arquitectura, escultura y agua.


3- BERNINI

(Nápoles, 1598- Roma, 1680). Pintor, escultor y arquitecto italiano. La larga vida de Bernini fue casi una sucesión continua de éxitos, en el transcurso de la cual el napolitano llegó a imponer una auténtica dictadura artística en la Roma de buena parte del siglo XVII, la ciudad que se había convertido en el centro indiscutible de la vanguardia artística contemporánea. Creador polifacético, Bernini destacó, ante todo, por sus obras de escultura y arquitectónicas. Favorito de casi todos los Papas, también creó para ellos y para la nobleza romana, grandes montajes escenográficos, y llegó a componer él mismo el texto y la música para algunos de ellos.

Trabajó abundantemente para los grandes mecenas de la Roma barroca, como para el Papa Urbano VIII y la familia Barberini.

La arquitectura de Bernini conserva una importante raíz clasicista-renacentista (clara distribución de las masas), aunque está enriquecida con un sentido de la ornamentación puramente barroco. Igualmente barrocos son la grandeza y monumentalidad de sus proyectos que suelen recurrir al uso de órdenes colosales, el gusto por la línea curva, el diseño teatral de sus obras, la rica ornamentación polícroma de sus interiores y la síntesis que realiza entre las distintas artes con una finalidad ilusionista.

El “Baldaquino de San Pedro del Vaticano” es una de sus primeras obras arquitectónicas. Realizado entre 1624 y 1633, fue la primera obra de Bernini tras ser nombrado maestro de obras por Urbano VIII. El Baldaquino es una estructura arquitectónica situada en el crucero de la Basílica de San Pedro, bajo la cúpula de Miguel Ángel y sobre la tumba de San Pedro. En la obra, Bernini conjuga magistralmente arquitectura, escultura, pintura y decoración. Supone un colosal altar de bronce compuesto por enormes columnas salomónicas (fuste con forma de espiral) de capitel compuesto.

Bernini también construyó la plaza de San Pedro del Vaticano entre 1565 y 1667. Ésta constituye una gran elipse rodeada por una columnata cuádruple que se une a la Iglesia con dos alas inclinadas. Simboliza los brazos de la Iglesia Católica, que acoge y abraza amorosamente a sus fieles. Aquí se manifiesta el carácter teatral y escenográfico de la arquitectura barroca al servicio de la Contrarreforma. Además la plaza conecta a la Basílica con una de las grandes avenidas de Roma, acentuando este efecto.
La Iglesia de San Andrés del Quirinal en Roma (1658-1670) fue una de sus creaciones más relevantes. En su fachada utilizó un pórtico de columnas coronado por un frontón, adosados a muros curvos y cóncavos, buscando efectos de juego lineal y de claroscuro. El interior de la Iglesia se inspira en el Panteón de Roma. Posee una planta ovalada que está rematada en el centro por un templete con columnas en el altar, rematado por la ascensión de San Andrés sobre un frontón partido. En el interior se cubre con una cúpula elíptica. El espacio se articula con mármoles ricos y polícromos, de gran decorativismo, así como mediante zonas de luz y de sombra, pues las capillas se expanden en claroscuros. La iluminación procede de la linterna de la cúpula, que concede luz de modo teatral a la capilla mayor y a la escultura de San Andrés.

Bernini creó la fachada del importante Palacio Barberini de Roma. En la fachada se superponen los tres órdenes, con arcadas y galerías provistas de ventanas, y que posee un solemne pórtico en la planta baja. Además de edificar, Bernini trabajó para la ciudad de Roma, en la que fundió el espacio natural y el espacio urbano al llevar el agua a la ciudad por medio de las fuentes, que contribuyeron a la articulación y decoración de la urbe, como “La Fuente de los Cuatro Ríos” en la Plaza Navona (1648-51). Creó obras de gran valor escenográfico y perspectivo como la escalera regia del Vaticano.

4- FRANCESCO BORROMINI (1599-1667)

Francesco Borromini fue un arquitecto romano de gran talento e imaginación. Antagonista y rival personal de Bernini, trabajó sobre todo para órdenes religiosas modestas. La arquitectura de Borromoni trasgrede en mayor modo que la de Bernini las normas del clasicismo renacentista.

Sus iglesias, generalmente pertenecientes a órdenes religiosas o de escasos recursos económicos y de modesto tamaño, están repletas de fantasía, expresividad y dramatismo. Borromini dotó a sus construcciones de un intenso movimiento, conseguido con la ondulación de muros y entablamentos, que creaban ritmos cóncavos-convexos basados en el efecto de la curva-contracurva. De igual modo, también recurrió a plantas complejas y dinámicas que combinaban diversas formas geométricas. El decorativismo y la trasgresión de las reglas clásicas fueron constantes en su obra, sobre todo gracias a la creación de nuevas proporciones y a un uso brillante de la perspectiva, que proporcionaba la ilusión de unas mayores dimensiones de sus edificios respecto a lo que en realidad medían. El carácter rupturista de Borromini respecto al Clasicismo se aprecia en su recuperación de algunos elementos de origen medieval como las bóvedas de crucería, los arcos mixtilíneos e incluso formas similares a los pináculos.

Entre sus obras hay que mencionar la “Iglesia de San Carlo de las Cuatro Fuentes” en Roma, entre 1634 y 1667. La iglesia presenta una planta ovalada con curvaturas convexas en sus cuatro esquinas. El entablamento  contornea la Iglesia siguiendo todas sus formas. La cúpula ovalada, de contorno curvilíneo, con pechinas, está decorada en el interior a modo de artesonado con motivos geométricos en relieve. La fachada es puro dinamismo y movimiento ondulante con tramos convexos y cóncavos. Está articulada mediante la combinación de un orden pequeño y otro gigante. En la cima, se encuentran unos elementos llameantes que sustituyen el frontón, y un medallón ovalado sostenido por ángeles.

Otra de sus obras relevantes fue Sant' Ivo della Sapienza entre 1642 y 1660. Su planta tiene forma de estrella mixtilínea a base de un hexágono rodeado de seis lóbulos, en la que se alternan líneas rectas con líneas cóncavas y convexas. La cúpula en el exterior está envuelta en un tambor lobulado con pilastras, arcos, iluminaciones y claroscuros, sobre el que emerge un casquete y una alta linterna de ritmo rotatorio y en espiral. Su fachada describe una curva cóncava dividida en dos pisos con arcos de medio punto flanqueados por pilastras y rematada por un ático con decoraciones ovaladas.
Otras de sus obras importantes fueron la monumental fachada de Santa Aguese en Roma en la Plaza Navona y el colegio de Propaganda Fide.

5- EL PALACIO CLASICISTA FRANCÉS: VERSALLES

El Barroco italiano se extendió a principios del siglo XVII por los Estados Europeos vecinos. En Inglaterra terminó fraguando el racionalismo inglés, con arquitectos como Christopher Wren, y en centroeuropa el eclecticismo. Sin embargo en Francia el arte se orientó hacia el clasicismo. Frente a líneas curvas y superficies recargadas de decoración característica del Barroco europeo, Francia se convirtió en un estilo monumnetal donde dominaban las líneas rectas, horizontales y verticales. Todas las obras de este periodo parecen estar inspiradas por la estabilidad y la imutabilidad, las virtudes que el Estado francés deseaba destacar. La monarquía francesa fundó las Academias, centros de enseñanza artística que marcaron las directrices del arte oficial francés. 

Destacaron las obras de los arquitectos Mansart, Lemercier, Hardouin-Mansart y Perrault. Las obras de Mansart se caracterizan por la utilización rigurosa de los órdenes clásicos y por la escasa presencia de la decoración. Sus obras más destacadas fueron la iglesia de Val-de-Grâce, y el castillo de Maisons. Lemercier, coetáneo de Mansart, fue el arquitecto favorito del cardenal Richelieu. Para este construyó la iglesia de la Sorbona, en París. El templo tiene una sola nave, una cúpula central y cuatro capillas en cada uno de los ángulos. Otros edificios construídos por Lemercier fueron el castillo de Reuil y el palacio del Cardenal, junto al Louvre ( hoy conocido como Palacio Real). Por su parte, Claude Perrault fue finalmente el encargado de levantar la fachada oriental del Louvre, que terminaría convirtiéndose en la más importante.

El Palacio de Versalles es el mejor ejemplo de la arquitectura barroca francesa. Se concibió como una gran ciudad cortesana. Podía albergar a 20.000 personas. Combinaba dos funciones: residencia real y sede del gobierno. Además cumplía una misión propagandística: las dimensiones inmensas y la suntuosidad del interior mostraban el poder de los reyes. Se encuentra situado a las afueras de París, y fue construído en la segunda mitad del siglo XVII por los arquitectos Lois Le Vau y Jules Hardouin-Mansart. La construcción se realizó en tres etapas. Le Vau se encargó de las dos primeras entre 1661 y 1678. Con posterioridad, Hardouin-Mansart puso fin a la tercera ampliación con la edificación de dos alas laterales. El palacio en su conjunto sobrepasa los 500 metros de longitud y tiene dos fachadas: la principal, abierta a la ciudad, y la posterior, que da paso a los jardines. En la fachada principal se combinan hábilmente entrantes y salientes y se divide en tres niveles: un basamento, un cuerpo de columnas de orden jónico, que enmarca grandes ventanales, y un ático. Las distintas dependencias se estructuran de acuerdo con el recorrido diario del rey, y algunas de ellas no eran accesibles a los cortesanos, dependiendo de su condición en la compleja jerarquía palaciega. Dos estancias destacan sobre las demás: la capilla real ( construída por Hardouin-Mansart, es una capilla palatina rematada por una cabecera semicircular), y la galería de los espejos ( sala de fiestas que se decoró profusa y magistralmente por el pintor y decorador Charles Le Brun. En las paredes se colocaron espejos para crear un espacio ilusorio, pues el tamaño de la estancia parecía aumentar gracias al reflejo producido por los mismos). Como complemento al conjunto de edificios, André Le Nôtre diseñó los fastuosos jardines. Estos son un excepcional decorado en el que podemos encontrar fuentes, cascadas, estatuas, cuevas y abundante vegetación.

Arte Barroco

Como introducción al tema, visualiza este vídeo sobre el Barroco y anota las principales características de este estilo, de la arquitectura, escultura y pintura barrocas, y alguna información sobre los principales artistas.

RENACIMIENTO ESPAÑOL. ARQUITECTURA: DEL PLATERESCO AL ESCORIAL. ESCULTURA: LOS PRIMEROS IMAGINEROS: BERRUGUETE Y JUNI. PINTURA: EL GRECO.

RENACIMIENTO ESPAÑOL. ARQUITECTURA: DEL PLATERESCO AL ESCORIAL. ESCULTURA: LOS PRIMEROS IMAGINEROS: BERRUGUETE Y JUNI. PINTURA: EL GRECO.

La llegada a España de las ideas renacentistas se produce por varias causas:

Los contactos económicos y políticos entre España e Italia propician el viaje de artistas españoles desde finales del siglo XV, la llegada de artistas italianos desde el siglo XVI, la importación de obras de arte y la llegada de libros de arquitectura y estampas grabadas a la Península (Palladio y Vignola muestran la sistematización de los órdenes clásicos y las láminas divulgan el repertorio decorativo del grutesco).
El papel centralizador y unificador de los Reyes Católicos y Carlos I.
La receptividad de las formas italianas por parte de la aristocracia española.
Las ideas humanistas en España son minoritarias, porque la burguesía ciudadana y la clase media emprendedora son casi inexistentes. La nobleza terrateniente y cortesana, la Iglesia y la monarquía siguen siendo la clientela exclusiva de los artistas. Cuando estalle en Europa la Reforma Luterana, el erasmismo o luteranismo (hijos del Renacimiento humanista) será perseguido. España, en general, no asume el pensamiento humanista como en Italia y el resto de países europeos.


1- LA ARQUITECTURA: DEL PLATERESCO AL ESCORIAL

El uso desproporcionado o armónico de los órdenes clásicos y la exuberancia o desnudez ornamental de los edificios permiten clasificar la arquitectura española del siglo XVI plateresco y clasicismo o purismo.

1.1- EL PLATERESCO

Es un término acuñado en el siglo XVII por el analista sevillano Diego Ortiz de Zúñiga, al detectar la semejanza entre la decoración de los edificios hispalenses de la primera mitad del siglo XVI y la labor de los orfebres. Se trata, pues, de un estilo de carácter básicamente ornamental. Cubre la etapa que va desde las últimas etapas del gótico flamígero hasta el clasicismo. Es por tanto, el momento de la penetración de la nueva arquitectura. Al ser el arte en estos momentos en España simplemente un medio de afirmación política y no el resultado de un sistema teórico global (no cunde el humanismo, etc...), los elementos del Renacimiento italiano se incorporan a modo decorativo. La arquitectura plateresca combina las estructuras góticas con elementos decorativos renacentistas y mudéjares. Los arquitectos siguen por inercia la técnica medieval y son reacios al sentido de las proporciones clásicas.

Los elementos decorativos más destacados serán: columnas abalaustradas, emblemas heráldicos, figuras humanas entrelazadas con animales y tallos formando figuras fantásticas (grutescos) y almohadillado.

El núcleo más destacado del plateresco se encuentra, sin duda, en la ciudad de Salamanca, por tanto la cantidad como por la calidad. El ejemplo más conocido es la “Portada de la Universidad de Salamanca” (h. 1525). Está constituida por un paño decorativo, cuyos temas parecen ser copiados de grabados italianos. Aparece independiente del resto del edificio, y ha sido definida como fachada-estandarte, derivada de la fachada retablo gótica que caracterizó la arquitectura de los Reyes Católicos. Los temas decorativos son motivos florales, medallones, escudos y grutescos. Pilastras y frisos convierten en una singular retícula de tres niveles. La pared parece una esmerada labor de repujado de plata, y la crestería que la corona se parece al trabajo de miniatura para labrar una custodia. La ornamentación aumenta en exuberancia según asciende.

Podemos destacar también la iglesia del “Convento de San Esteban”, de Juan de Álava, cuyo enorme paño decortivo de la fachada constituye otro gran ejemplo de retablo en piedra.

Rodrigo Gil de Hontañón fue el arquitecto más notable del plateresco salmantino. A él le debemos también el “Palacio de Monterrey” y en Castilla la “Universidad de Alcalá” (h. 1543). La fachada de la universidad se cubre con elementos platerescos pero cede mucho espacio al muro liso. En la demarcación de sus distintos cuerpos con columnas se deja patente su proximidad a la línea clasicista del Renacimiento español. Destaquemos además en Salamanca las fachadas de la “Catedral Nueva de Salamanca” y la “Casa de las Conchas”.

Otras obras platerescas que conviene destacar son la “Escalera Dorada de la Catedral de Burgos” (1519-23), realizada por Diego de Siloé, “San Gregorio” en Valladolid y el “Ayuntamiento de Sevilla”.

1.2-EL CLASICISMO O PURISMO

Si el Plateresco está asociado a las figuras de las Reyes Católicos, el clasicismo se relaciona con el emperador Carlos V y, en el último tercio del siglo XVI, con su hijo Felipe II. Estos se decantaron por soluciones más severas, más acordes con la cultura y el arte que se habían desarrollado en Italia, y se alejaron de las formas medievales. Se trata de un estilo contemporáneo al manierismo que se desarrolla en Europa.
Consiste en aplicar la perceptiva clásica, despojándola de adornos, es decir, el resultado de trasplantar a España el diseño severo de Bramante. Dos monumentos vinculados a la Casa de los Austrias representan esta opción: el Palacio de Carlos V, en Granada, y el “Monasterio de San Lorenzo el Real” en el Escorial.

  • PEDRO MACHUCA
Este arquitecto y pintor se formó en Italia, donde estudió las obras de Rafael y de Bramante. En 1520 regresó a España y se instaló en Granada. Su obra más destacada en esta ciudad será el PALACIO DE CARLOS V, EN LA ALHAMBRA DE GRANADA. Es la muestra más importante del clasicismo purista español de estirpe italiana. Su construcción se debe al deseo del monarca de poseer una residencia junto a los palacios y jardines nazaríes que tanto le agradaron cuando, en el verano de 1526, pasó en ellos sus primeros meses nupciales con Isabel de Portugal. Pedro Machuca es el arquitecto al que se le encarga el proyecto. Había trabajado en las logias vaticanas constituidas por Bramante y Rafael. Se decide por un esquema geométrico de planta central: inscribe un patio circular en un cuadrado. Se inspira en modelos romanos, como San Pietro in Montorio de Bramante. Tipología severa. Bóveda anular sobre el primer piso dórico, coronado por un continuo de triglifos y metopas y barandilla que defiende el corredor jónico alto. El juego de las dos figuras geométricas, cuadrado y círculo, permiten una lectura simbólica de base pitagórica muy utilizada por los artistas del Renacimiento. El círculo representa el macrocosmos (universo) y el cuadrado la tierra (cuatro puntos cardinales). La integración de uno en el otro supone la armonía y el equilibrio entre ambos aspectos. Exteriormente se articula en dos pisos muy distintos. El inferior está almohadillado a la rústica con sillares de distintos tamaños. Con la parte más baja se desarrolla un banco corrido a lo largo de todo el muro exterior. En el piso elevado, sin almohadillar, los balcones están acotados entre pilastras de orden jónico. En ambos pisos balcones o ventanas tienen óculos con derrame. Las gestas militares de Carlos V provocaron que nunca habitara en este palacio.

  • JUAN DE HERRERA
Al igual que Pedro Machuca, Juan de Herrera viajó a Italia. Fue un gran humanista que conoció la obr de Vitruvio, pero también fue caballero y combatió al servicio de los reyes, lo que le sirvió para conocer Flandes y Alemania y los movimientos renacentistas de estos lugares.
Es el creador de un estilo propio, que se basa en la falta de ornamentación en los paramentos, la proporción matemática entre los elementos constructivos, y el empleo de un orden gigante en las columnas. Su arquitectura es conocida como "herreriana o escurialense", nombre que hace referencia a su gran obra, el monasterio de El Escorial.

El testigo de Carlos I de España y V de Alemania lo tomó su hijo, Felipe II, que mandó a construir el Monasterio de San Lorenzo del EL ESCORIAL, que debía servir a la vez de templo, panteón y convento. Será trono político de la Casa de los Austrias, mausoleo de monarcas defensores de la ortodoxia católica frente a la heregía turca y protestante, colegio para estudios sacerdotales. Está en la Sierra de Guadarrama. La traza del complejo arquitectónico correspondió a Juan Bautista de Toledo, que había colaborado con Miguel Ángel en la basílica del Vaticano. Pero la muerte le sorprendió y le sucedió el aparejador Juan de Herrera, que modificó el proyecto. Crea un monumento armónico, basado en la combinación matemática de volúmenes geométricos, que articula con pilastras, frisos y cornisas de orden dórico. Herrera tenía una gran cultura científica y conocía los tratados italianos de arquitectura. Desde el punto de vista místico, es imagen de la sabiduría, la verdad y la perfección moral. Hay una combinación afortunada de varios cubos. El exterior es austero, sólido, hermético e impermeable. Dispone de cuatro torres en los extremos y cientos de ventanas cuadradas, cubiertas de pizarra negra, bolas y chapiteles (remates piramidales propios del estilo de los Austrias) de las torres. Esta rigurosa sobriedad es nota distintiva de un estilo que ha pasado a llamarse herreriano o escurialense. En la fachada occidental se dispone un cuerpo central que sobresale, con doble piso de columnas dóricas gigantes rematadas por un frontón. Es un modelo de unidad y simetría. La estructura general es un hábil alarde de grandeza y ostentación combinando con la sencillez de las formas. Rigor y austeridad, formas sencillas aunque colosales. También expresa la vida del monarca más poderoso de su época, que elige un edificio enorme para llevar en su interior la vida de un asceta.


2- ESCULTURA. LOS PRIMEROS IMAGINEROS: BERRUGUETE Y JUNI.

Salvo las obras realizadas por artistas italianos, la mayor parte de ellas para la monarquía, las artes figurativas están casi exclusivamente al servicio de la Iglesia. Por ello la mayoría de los temas son de carácter religioso y son utilizados por la Iglesia para adoctrinar en un momento en el que Europa está en plena crisis por la Reforma Protestante. Para acentuar su función de propaganda de la doctrina católica su misión, básicamente, será la de promover y convencer a los fieles. No es de extrañar que durante el siglo XVI la producción de obras religiosas será muy elevada, que contrarrestará la sobriedad anicónica del protestantismo. El imaginero debía dar más importancia a la belleza del alma que a la corporal, labrando figura de profunda espiritualidad.

Hay que tener en cuenta que para conmover, emocionar, convencer e invitar al recogimiento, las posibilidades expresivas del manierismo son idóneas. Serán dos maestros educados en Italia, el castellano Berruguete y el borgoñón Juan de Juni, los que dotarán de expresividad a la escultura española del XVI, mezclando las influencias italianas con el sustrato gótico español. Berruguete es el gran intérprete del manierismo alargado de las figuras. Sus imágenes son estilizadas. Juni, sin embargo, se muestra partidario del manierismo inspirado en Miguel Ángel, tallando personajes anchos y musculosos. Lo que les une a ambos: animar la pasión interior de sus santos, pues los dos hacen piezas desgarradas y doloridas, presentándolas en violentas contorsiones y posturas inestables. Los dos escultores hicieron retablos, pasos procesionales, sillerías de coro y sepulcros. Dominaron el mármol, la piedra y el barro, pero al material al que sacaron mayor partido fue a la madera, de larga tradición desde el gótico. Además se adaptaba muy bien a las necesidades expresivas de las imágenes religiosas. Sobre la madera se aplica una capa de yeso sobre la que se extiende el color de las partes descubiertas de las figuras (ENCARNADO); en cambio, para los ropajes, se utiliza la técnica del ESTOFADO: aplicación de colores sobre un fondo dorado, que luego se raspan, configurándose los dibujos, que así aparecen dorados.

2.1- ALONSO BERRUGUETE

Fue un artista muy reconocido. Su padre fue el pintor Pedro Berruguete, que había trabajado al servicio de Federico de Montefeltro en Urbino. Visitó Roma, donde conoció a Bramante, a Miguel Ángel y a Donatello. Aunque conoce el lenguaje clásico, encuentra en el Manierismo los recursos expresivos que su escultura necesita para la exaltación de la Iglesia. En 1517 ya se encuentra en España, en la Corte itinerante de Carlos V con la acreditación de “pintor del Rey”. Sin embargo fracasa como pintor cortesano, viéndose obligado a refugiarse en Valladolid para trabajar como escultor, donde logra un gran triunfo. Las claves de su éxito residen en transmitir a las formas italianas el fuego del alma que reclamaban los místicos españoles a la imaginería policromada. A partir de 1523, órdenes religiosas, altos cargos y burgueses enriquecidos con las ferias castellanas le realizan numerosos encargos.

Contrata una espléndida serie de retablos platerescos para el monasterio jerónimo de La Mejorad y el de los benedictinos de San Benito el Real, de Valladolid. Las figuras de este retablo, en nogal policromado, son muy destacados, especialmente el “Sacrificio de Isaac”. En ellas resume el manierismo: el canon alargado de diez cabezas, la línea serpentinata heredada del Laoconte, la expresividad visible en los cuerpos alargados y el grito de angustia que emiten los personajes. Simultáneamente labra el retablo del Colegio de los irlandeses de Salamanca.

La fama lo lleva a Toledo, donde el cardenal Tavera le encomienda parte de la sillería alta de la catedral. Es el conjunto escultórico más expresivo del Renacimiento español. Proyectó 35 sitiales de nogal con personajes del Antiguo Testamento. Remató la silla episcopal con el grupo de la Transfiguración. Su estancia en Toledo se prolongó durante toda la década siguiente, realizando el retablo de la Visitación para el monasterio de Santa Úrsula, y el Sepulcro del Cardenal Tavera, bajo el crucero del Hospital de San Juan Bautista. En este sepulcro se utilizó la mascarilla funeraria del difunto para retratarlo.

En 1561, tras concluir este monumento funerario, fallecía en la ciudad imperial.

2.1- JUAN DE JUNI

Juan de Juni (Francia, 1507-Valladolid, 1577) aglutina tres sensibilidades distintas en su estilo: la francesa, la italiana y la española. De Borgoña, su región natal, capta el dinamismo de los paños con el que los escultores de ahí envuelven sus pesadas figuras y la composición iconográfica que le hizo célebre: el “Entierro de Cristo”. En Florencia aprenderá a redondear los perfiles de las telas; en Bolonia el estremecimiento de los personajes que asisten al sepelio de Jesús; y en Roma adopta el clasicismo de Miguel Ángel de la Sixtina. En España se acomoda a la fogosa religiosidad castellana, tan alabada por sus contemporáneos. Tras pasar por Salamanca se establece en Valladolid para realizar el “Entierro de Cristo” en el Monasterio de San Francisco. Juni representa un drama teatral, donde la Virgen, San Juan, Las Marías y los Santos Varones proceden, con perfumes y toallas, al embalsamiento del cadáver de Jesús, que yace tendido sobre el féretro. Las emociones de los personajes sagrados mueven a la aflicción del espectador. Incluso provoca que el espectador participe en la acción dramática, con el gesto escénico de José de Arimatea, que ofrece una espina de la corona al visitante que se acerca. Esto se complementaba con la declamatoria actitud de los cantinelas pretorianos que custodiaban el sepulcro. De este espléndido conjunto solo se conserva el grupo central. También labrará futuros entierros, como el de la Catedral de Segovia (todo un manifiesto que parece enlazar con el sentimiento barroco).

Las aportaciones de Juni se extienden al campo del retablo. En él que realiza para la Parroquia de Santa María de la Antigua, renuncia a la tradición plateresca y aparecen por primera vez en Castilla, las columnas corintias de fuste estriado. El manierismo arquitectónico vibra en su ensamblaje. El dramatismo tensa el conjunto.

A esta obra le siguen el retablo mayor de la Catedral soriana de Burgo de Osma y el de la Capilla privada de los Benavente en la localidad vallisoletana de Medina de Rioseco, articulado por estípites y con una rica decoración de yeserías. Casi al final de su vida labró su conmovedora “Dolorosa”, que se convertirá en prototipo de las vírgenes procesionales castellanas del Barroco.

En resumen, este escultor, de origen francés y formación italiana, perfectamente integrado en Valladolid, ofrece las imágenes que podemos considerar arquetípicas del manierismo miguelangelesco y que mejor expresan y satisfacen las exigencias de la nueva fé: su expresividad, su movimiento, patetismo, y sentimiento invitan a los fieles a conmoverse.

3- LA PINTURA: EL GRECO

La pintura renacentista española se caracteriza al igual que la escultura, por la profusión de temas religiosos. La temática mitológica queda relegada a círculos nobiliarios y a colecciones reales.

Durante el reinado de los Reyes Católicos, la llegada a nuestro país de pintores flamencos propició el gusto por la pintura flameca, razón por la cual tardará en incorporarse el ideal estético del Renacimiento italiano. A España llegaron gran número de tablas flamencas que influyeron en las escuelas que se estaban formando, por lo que se creó una nueva corriente pictórica denominada hispanoflamenca que se extenderá hasta los primeros lustros del siglo XVI.

Durante el segundo tercio del siglo XVI, se produjo una tímida asimilación de modos y elementos decorativos italianos. Se difunden los estilos de Leonardo y Rafael, aunque con pervivencia del sustrato flamenco.

En el último tercio del siglo se percibe en algunos artistas la influencia de Miguel Ángel y de la pintura veneciana, con clara tendencia hacia el Manierismo.

Destacaron los siguientes artistas:

1) PAOLO DE SAN LEOCADIO: se le encargó, junto a Francesco Pagano, la realización de los frescos del altar mayor de la catedral de Valencia. Las circunstancias del reino de Valencia fueron muy distintas a la de Castilla. Valencia fue el primer núcleo en recibir las influencias plenamente renacentistas.

2) PEDRO BERRUGUETE: este artista está considerado uno de los pintores españoles con más talento del siglo XV. Viajó a Flandes, posiblemente atraído por la obra de Van Eyck, y después viajó a Italia. Por tanto, en su obra está presente la influencia italiana y flamenca. Por ello resulta evidente la distancia entre Berruguete y el resto de pintores hispanoflamencos castellanos de su tiempo. En sus obras plasma una gran profundidad espacial, la elegancia de la pintura flamenca y la representación de una arquitectura clásica. Sus obras más destacadas fueron "La decapitación de San Juan Bautista" (1485, Iglesia Parroquial de Santa María del Campo en Burgos) y el Retablo de la Iglesia de Santa Eulalia.

3) JOAN DE JOANES: está considerado junto a su padre, Vicente Macip, el definidor de la pintura valenciana del siglo XVI. Sus principales obras fueron "El bautismo de Cristo" y "La última Cena"

4) Domenikos Theotokópoulos. EL GRECO. (Candía, Creta 1541-Toledo 1614) recibió la estimación de los críticos y del pueblo. Pintura Manierista.

Estas son las características de sus pinturas:

Manierismo: eso sí, muy personal.
La doctrina de la Iglesia Católica y la Contrarreforma explicará sus imágenes religiosas.
Su pintura estará condicionada por la cultura e intereses de sus clientes toledanos.
Absorbió las enseñanzas venecianas de Tiziano, fundamentalmente el uso del color y la luz. También de Tintoretto: arquitecturas escenográficas, sentido teatral y su alargado canon manierista.
Prefiere configurar sus formas con libertad, carente de detalles, manipulándolas con deformaciones, forzados escorzos y complicadas actitudes.
Alargamiento de las figuras. No buscó con ello plasmar una apariencia refinada o antinaturalista, sino que trata de desmaterializar los cuerpos para lograr la visualización de lo espiritual.
Renuncia a las proporciones lógicas y a la anulación del espacio en profundidad, porque el mundo en sus cuadros es sobrenatural.
Sus cuadros son extrañas asociaciones cromáticas.
Interés por reflejar la anatomía del cuerpo humano sin partir del estudio natural, sino “a la manera de Miguel Ángel”.
Influencia de la Contrarreforma: supo crear imágenes que cumplieron plenamente la función docente que la Iglesia Católica demandaba.

Su primera formación la recibe en Creta, especializándose en pintar “iconos” religiosos. Mediante la técnica del temple sobre madera, con fondos de oro, y de acuerdo con la tradición bizantina tardomedieval imperante en los talleres griegos. Las relaciones económicas, comerciales y culturales entre Creta y la República Veneciana, explicaron que el pintor decidiera ir a la ciudad en 1567. Por ello, la luz, el color, y el resto de características de la pintura de Venecia, influirían en su lenguaje pictórico.

Se acepta generalmente que el Greco decidió venir a España por su deseo de trabajar para Felipe II en la decoración del monasterio de El Escorial. Mientras esto se producía se estableció en Toledo. En este año recibió el encargo de las pinturas para los retablos de la Iglesia del Convento de Santo Domingo el Antiguo.
La imagen religiosa constituye la mayor parte de su producción. Sus principales clientes fueron las órdenes religiosas. Conventos urbanos con necesidades decorativas “contrarreformistas”. La pintura de El Greco seguirá fielmente las indicaciones de Trento.

El Greco realiza sobre todo obras religiosas y retratos, en los que centra su atención en la psicología del rostro, al igual que lo hiciera Tiziano. Un ejemplo es "El caballero de la mano en el pecho" (1577-1584, Museo del Prado). En la obra se aprecia el fondo neutro y la luz que se centra, por un lado, en el rostro y en los ojos del personaje, lo que nos acerca a su personalidad; y por otro, en la mano del caballero en el momento de prestar juramento.

Entre las primeras obras españolas del Greco destaca "El expolio" (1577-1579, Catedral de Toledo). El cuadro representa el momento en que Jesús es despojado de sus vestiduras antes de ser crucificado.

Una pintura posterior, perteneciente a un periodo de madurez, es "El entierro del conde de Orgaz" (1603-1605, iglesia de Santo Tomé en Toledo). Esta obra impresiona tanto por el alargamiento de las figuras, lo que consigue dar un mayor efecto de espiritualidad, como un poderoso colorido veneciano y los contrastes lumínicos, que lo vinculan directamente con el manierismo. En la parte inferior del cuadro hay una paleta de colores cálidos, mientras que la parte superior es más fría, lo que remarca la diferencia existente entre los dos planos: el terrenal y el divino.

LA PINTURA DEL CINQUECENTO. LA ESCUELA VENECIANA: TIZIANO (1485-1579)

LA PINTURA DEL CINQUECENTO. LA ESCUELA VENECIANA: TIZIANO (1485-1579)

Venecia fue, desde finales del siglo XV, uno de los centros artísticos más importantes del Renacimiento italiano, pero la aparición de Tiziano, a principios del siglo XVI determinó la consagración de esta escuela, que se convirtió en una de las ciudades de vanguardia en el arte. Venecia era comercial, lo que provocó un mayor contacto con el norte de Europa y con Oriente. De ahí el gusto por el lujo y la sensualidad. Su relación con Flandes hizo que llegara la técnica de la pintura al óleo, y por ello había una mayor intensidad y riqueza del colorido, variaciones de tonalidades y la posibilidad de conseguir efectos luminosos de gran sutileza y profundidad. Los pintores venecianos añadieron otro elemento nuevo: la tela en lugar de la madera. Ofrecía la posibilidad de una gran superficie y flexibilidad. De esta forma, la pintura veneciana ha llegado hasta nuestros días gracias a su belleza y a su fuerza expresiva. Venecia creó un lenguaje nuevo de la pintura, que iba a proporcionar una capacidad y libertad expresiva moderna. El artista que reunió en su pintura novedades de quienes le precedieron junto a su propia poesía, y atendió a las demandas de una nueva sociedad, fue Tiziano.

Tiziano nació en una familia que gozaba de una posición económica más que desahogada sin antecedentes artísticos o artesanos. Siguió en muchos aspectos las tradiciones establecidas por los grandes creadores  venecianos. Su aprendizaje lo realizó en talleres de maestros como Giorgione, a quien aventajaría al poco tiempo. Tanto Tiziano como Giorgione son protagonistas de la revolución artística veneciana: ampliación del repertorio iconográfico con temas profanos y mitológicos, y una nueva textura pictórica basada en las nuevas relaciones entre el color, la luz, la forma, la figura y el paisaje. “La Tempestad” de Giorgione puede ser considerada como la obra de punto de partida. El camino emprendido por ambos estaba lleno de de una gran fuerza expresiva, aunque Giorgione murió muy joven, en 1510, debido a la peste. Fueron el contrapunto perfecto a la potencia del dibujo de Florencia y Roma con Miguel Ángel y sus seguidores.

En efecto Florencia y Venecia representan dos tendencias pictóricas distintas. Florencia fue la capital cerebral del dibujo y Venecia la ciudad sensorial del color. En Venecia la atmósfera de las lagunas parece esfumar los contornos precisos de los objetos y fundir sus colores en una luz radiante.

La pintura de Tiziano fue muy “aprovechada en el futuro, en la verdadera modernidad, pues emplea un lenguaje y una técnica hasta entonces desconocidos. Las pinceladas son independientes, separadas, superpuestas con ligereza y libertad, fusionándose en la distancia el color, la luz, el movimiento y el espacio. Las pinceladas de Tiziano se van separando y aislando cada vez más, por lo que a pesar de la profundidad dramática de sus temas, antecede al impresionismo e incluso al puntillismo, por lo que su estilo ha sido incluso definido como “impresionismo mágico”. Esto le permite captar la luz transparente y cambiante de Venecia. Pero Tiziano no solo fue un genio por sus invenciones técnicas, sino también uno de los más grandes creadores de imágenes. Con él comenzó. Quizás por primera vez, la verdadera pintura de historia, aquella que narra historias sacras y profanas, que cuenta de un modo sencillo y penetrante las emociones intemporales de los seres humanos. Sus figuras religiosas, sus héroes y sus dioses, no estuvieron nunca demasiado alejados de los mortales. Además una de sus principales facetas fue la representación de la naturaleza. Es una naturaleza atractiva, en la que el hombre está inmerso en una tierra amplia y soleada, cubierta de vegetación. Giorgione, su compañero, había empezado ese camino de la naturaleza en obras como “La Tempestad” y “Los tres filósofos”, pero quien hizo suyo ese personaje poético, pero al mismo tiempo tangible, fue Tiziano.

1- PINTURA RELIGIOSA

A partir de 1516, con su nombramiento como pintor oficial de la República y la reputación de mejor artista de la ciudad, la carrera de Tiziano entra en una etapa de frenética actividad, en la que se suceden los encargos de grandes retablos que van a ocuparle durante toda la década.

“El Retrato de la Anunciación dei Frari” es una obra colosal, de casi siete metros de altura revolucionaria en cuanto a la iconografía y a la forma. Tiziano plantea la representación del acontecimiento milagroso en un único tiempo, espacio y acción, todo ello con ayuda de la luz y del color, en el que aparece la Virgen, el Padre Eterno y los apóstoles.

Desde 1519 hasta 1526 estuvo trabajando en la conocida “Pala Pesaro”, un cuadro funerario en el que Jacopo, en compañía de otros miembros de su familia, se presenta ante la Virgen y el Niño bajo la protección de San Pedro. La obra tiene una organización dinámica y asimétrica.

De “La Asunción” o la “Pala Pesaro”, el objetivo de Tiziano ha sido evocar figuras, un escenario y un clima emocional en una dimensión inusitada, pero dentro del naturalismo en el que la misma fuerza del color contribuye a intensificar su inmediatez.

En torno a los años cuarenta, las tendencias manieristas que, tras las huellas de Miguel Ángel se adueñaban de toda la pintura centroitaliana, influyeron en la obra del veneciano. “La coronación de espinas” (1540-1541) es una muestra clara del nuevo lenguaje cargado de dramatismo de Tiziano: fuerza plástica de los personajes, así como la opresiva arquitectura de sillares rústicos. Este mismo tema será reelaborado al final de su vida en otra obra del mismo nombre.

2- RETRATOS

La mayor fama de Tiziano entre sus contemporáneos fue con sus retratos. En “El Caballero inglés” pinta a un desconocido joven tan misteriosamente vivo como “La Mona Lisa” de Leonardo. No es que Tiziano tuviese tendencia a darles un parecido especialmente halagador a sus personajes, pero les daba la seguridad de que a través de su arte seguirán viviendo.

Sus primeros retratos como el “Retrato Goldman” o “Ariosto” (h. 1508), confirman la relación con los modelos giorgionescos. Giorgione y Tiziano dan vida y sentimiento a sus personajes produciendo un efecto grandioso y comunicando una intensa fuerza interna del retratado. La caracterización psicológica sería una de las grandes novedades que Tiziano aportaría a este género. En varios de sus primeros retratos la forma típica del norte de Europa, situando la escena en el interior de una habitación con una ventana a través de la cual puede verse el paisaje. Así retratará al duque de Ferrara y al de Mantua. En el “Retrato de joven con guante” (h. 1520), empieza a desarrollar un camino estrictamente original. En todos ellos Tiziano utiliza una ligera torsión del cuerpo construido a base de ritmos curvilíneos.

A partir de estos momentos y durante los siguientes 30 años, retratará solo a miembros de la élite social e intelectual, incluidos el emperador Carlos V o el Papa Paulo III. Esta circunstancia provoca una nueva concepción del parecido, que tiene que abarcar, no solo el aspecto físico del rostro, sino también la condición social, el rango y el poder que tiene el representado. De esta estrecha relación es fruto una de las obras maestras de nuestro artista, el cuadro de “Carlos V en la batalla de Mühlberg” (1548), un retrato encargado por Carlos V para conmemorar su victoria del año anterior sobre la Liga de Smalkalda. Tiziano representó únicamente a Carlos V cabalgando sobre un paisaje en cuyo fondo se puede ver el Elba. Los elementos son cuidadosamente reales: desde la armadura de Carlos V, la misma que llevaba el día de la batalla, hasta el paisaje y la extraña luz roja que lo baña todo, sacados directamente de las crónicas históricas. Aunque estos elementos fueron reales, estaban cargados de simbolismo. Mezclaba referencias simbólicas al mundo romano y cristiano, al mundo clásico y al mundo de la caballería. El modelo que elige para la pintura fue la estatua ecuestre de Marco Aurelio. La novedad de este retrato, al igual que el de “Paulo III y sus sobrinos”, fue la integración del personaje en el curso de un acontecimiento, sea ésta una acción histórica importante o un hecho trivial.
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El retrato de “Eleonora Gonzala” (1536-38) es el primer ejemplo de un nuevo tipo de retrato, en el que el personaje, en vez de recortarse sobre un fondo neutro, se encuentra sentado en el interior de una habitación en la que una ventana abierta permite ver el fondo del paisaje.

Otros retratos destacados fueron el de “Francesco María della Rovere” (1536-38), la “Alocución del marqués del Vasto” (el estilo manierista se traduce en el aumento de la carga expresiva retórica) y el de su amigo “Pietro Bembo”.

A principios de la década de los cuarenta, se produce el contacto entre Tiziano y la poderosa familia Farnese, con el Papa a la cabeza. De esta relación surgirán dos magníficos retratos, como el del “Papa Paulo III” y “Paulo III con sus sobrinos Alejandro y Ottavio Farnese”.

3- POESÍAS

Una faceta muy fecunda de la obra de Tiziano fueron sus pinturas de bacanales, fábulas mitológicas, alegorías, etc...Las realiza para la nobleza a lo largo de toda su vida y tienen como tema central a la mujer, normalmente con fuertes dosis de erotismo.

En los años iniciales Tiziano realiza obras de tamaño mediano como “Salomé”, “La Vanidad”, “Mujer mirándose al espejo” y “Flora”. Ellos el tema verdaderamente importante era la belleza de la mujer.

Al igual que Giorgione, Tiziano era músico experto. Por ello la música y el amor van a ser dos temas fundamentales de su pintura. Así es en el “Concierto” (1507-08) y en “Las tres edades”.

“El amor sagrado y el amor profano” (1514-15) es otra obra clave de este género de pinturas de Tiziano. Representa a dos mujeres sentadas en el borde de una fuente cuyas aguas remueve Cupido con su mano. Una de ellas está desnuda y sostiene en su mano una lámpara encendida, mientras que la otra está vestida y lleva en sus manos un ramillete de rosas y una vasija de oro. Esta obra tiene precedentes renacentistas como las diosas pintadas por Botticelli. El tema es el mismo: una reflexión sobre la doble naturaleza de Venus: celeste y vulgar. Las dos Venus, en el contexto neoplatónico representan dos modos distintos de existencia y dos grados de perfección, no una oposición entre dos principios morales distintos, entre el bien y el mal. Esta obra es, por tanto, un ejemplo de humanismo neoplatónico y no de moralismo medieval. La desnudez en el Renacimiento adquiere una nueva valoración, moralmente positiva y superior a la de su oponente vestida. Desnuda se representa a la verdad, a la amistad, al Alma, a la Felicidad Eterna. Por lo tanto la Venus celeste es la desnuda, mientras que la Venus vulgar o terrena, representada de ricas vestiduras, es símbolo de los velos, que en el pensamiento platónico, nublan la capacidad de entendimiento humana. 
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El año 1516 fue decisivo en la vida de Tiziano. Fue nombrado pintor oficial de la República, consolidando difinitivamente su posición como el artista más importante de la ciudad. Fue el año de “La Asunción”, el primero de sus grandes retablos, y el año en el que se iniciaron sus relaciones con el duque de Ferrara, Alfonso de Este, su primer gran mecenas italiano, fruto de las cuales serían una espléndida serie de pinturas mitológicas. Alfonso de Este encargó a Tiziano y a otros pintores italianos la decoración de la Cámara de Alabastro de su castillo de Ferrara, para la que hizo la “Ofrenda de Venus”, la “Bacanal” y “Baco y Ariadna”. Cuadros mitológicos en los que Tiziano pudo trabajar con una libertad absoluta, como lo haría años después para Felipe II. En estos cuadros crece el papel que el paisaje asume en su pintura. Los personajes se funden con este paisaje, y éste participa plenamente de la actividad de los hombres que lo habitan. Tiziano se encuentra se encuentra cada vez más cerca de la concepción del paisaje como un elemento autónomo. El horizonte luminoso contrasta con las densas sombras de los grupos de árboles en primer término.

Otro cuadro muy famoso con la mujer como protagonista es el de “La Venus de Urbino” (h. 1538). Se ha interpretado de maneras muy distintas: desde considerarlo una alegoría nupcial en clave neoplatónica, hasta una cortesana con intención erótica. El tema ya había sido representado por Giorgione. La Venus dormida no figura en la mitología ni en la literatura clásica, pero se trataba de un tema muy popular en el Renacimiento: el de la belleza dormida contemplada por su amante, en este caso sustituido por el espectador. En el cuadro de Tiziano la mujer no es un sujeto pasivo de contemplación, sino que por su gesto y su mirada, ella misma interactúa con quien observa el cuadro.

Su “Danae” (1545-46) fue pintada para el Cardenal Alessandro Farnese. Bajo el rostro de este personaje mitológico se escondía una cortesana de la que estaba enamorado Alessandro. Esta pintura inaugura una nueva fase de esplendor cromático. Emplea solo dos o tres colores, pero con una variedad de tonos casi infinita. Esta Danae, pintada en Roma (en contacto, pues, con el ambiente miguelangelesco), está construida a base de rojo y de verde oliva. Puede considerarse un auténtico manifiesto de la concepción veneciana de la pintura.

En los años siguientes pintó una serie de poesías inspiradas en Las metamorfosis de Ovidio, para Felipe II. Inicialmente iban a ser tan solo cuatro con un nexo en común entre ellas: mostrar la belleza de la mujer desnuda desde cuatro ángulos distintos, aunque el programa se modificó con el tiempo. En esta serie el pintor demuestra una originalidad sin precedentes respecto a otros autores, y al mismo tiempo consigue la máxima fidelidad al espíritu y a la letra del texto ovidiano. Las poesías finalmente fueron: una nueva versión de la “Danae”, “Venus y Adonis”, “Diana y Calisto”, “Diana y Acteón”, “Perseo y Andrómeda” y “El Rapto de Europa”. Tuvieron un enorme éxito, y de ellas se hicieron varias réplicas.

Mientras realizaba las “poesías”, se ocupó también en otras pinturas de tema mitológico. En casi todas ellas Venus era la protagonista: “Venus y la música” y “La toilette de Venus”.

El 27 de agosto de 1576, durante la epidemia de peste, el pintor murió en su casa de Biri Grande. La ciudad le despidió con unas solemnes exequias celebradas en la basílica de San Marcos y en Santa María del Frari, donde reposan sus restos.

LA PINTURA DEL CINQUECENTO: LEONARDO, RAFAEL Y MIGUEL ÁNGEL

Vamos a disfrutar de la trayectoria artística y de la maravilosa producción de los grandes maestros de la pintura del Cinquecento, Miguel Ángel, Leonardo y Rafael. Estos tres grandes artistas tienen una personalidad tan acusada que no caben dentro de los límites de ninguna escuela, aunque podemos hablar de un foco romano por su vinculación a los proyectos papales. Por ello hay que señalar la diferenciación de este núcleo artístico y de la pintura colorista de la escuela veneciana de Giorgione y de Tiziano.


1- LEONARDO DA VINCI (Vinci, Florencia, 1452-Amboise, 1519)

A pesar de que Leonardo nació en 1452, siendo casi contemporáneo de Botticelli, su modernidad, su ruptura con los usos pictóricos del momento, permiten clasificarle como un pintor adelantado a su tiempo. Fue un científico que aporta a la pintura el espíritu de la investigación, la observación de los fenómenos y la percepción del mundo a través de los sentidos. Un artista cuyo trabajo fundamental será la copia de la naturaleza por un lado, y la invención por otro, al no seguir al pie de la letra los esquemas estéticos al uso.

Leonardo ha sido siempre famoso por la amplitud fantástica de su genio: artista, anatomista y un gran científico en muchas ramas del conocimiento, como botánica, geología e incluso principios de aeronáutica. Para much@s de sus contemporáne@s, Leonardo debió parecer un hombre raro que perdía el tiempo con proyectos extravagantes. Apenas se conservan unas 15 pinturas suyas, algunas dañadas sin arreglo.

Trabajó en el taller de Verrochio en Florencia, aunque ya en sus primeras obras se desmarca del estilo básico de su maestro. En “El Bautismo de Cristo” se diferencia claramente la figura del ángel de la izquierda, realizada por el ayudante (Leonardo) del resto del conjunto realizado por el maestro. La pintura del maestro parece seca, convencional. Las figuras centrales están apresadas por las normas visuales del Quattrocento. Sin embargo, si apreciamos el ángel arrodillado de rostro dulce y pelo minuciosamente dibujado, preludia el sfumato de Leonardo. Tiene los rasgos del rostro muy delicados y el ojo el contorno difuminado.

En otras obras iniciales, como “La Anunciación” (h. 1473) o “La Virgen con el niño y un jarrón” (h. 1475), se preludian los futuros paisajes leonardescos: azulado a medida que se aleja la mirada, presencia de rocas misteriosas y una gran profusión de detalles naturalistas. “La Anunciación” es a menudo considerada como el primer trabajo individual de Leonardo. En ella es posible observar una perspectiva bien construida. Además en ella se acerca a la naturaleza y a la botánica: las plantas como seres vivos observados y representados de forma realista. También parte de la observación de la realidad para dibujar al Ángel (sus alas son producto del estudio detallado de la de un ave) y el vestido de la Madonna (copiado de un trozo de tela real).

Ya alejado del taller de Verrochio, acometió sin acabarlos, dos grandes cuadros de gran ambición espacial y técnica: “La Adoración” (h. 1481) y “San Jerónimo”. “La Adoración” está llena de gestos y de expresiones. La composición sigue un esquema piramidal y centralizado dentro de un espíritu clásico que contrasta con el resto de la escena (grupo de caballos), y está impregnada de una cualidad misteriosa y romántica. “El San Jerónimo” nos muestra otra faceta de Leonardo: su “teoría de la expresión” (observar a la gente sin que se sepa observada y captar sus emociones).

En 1482, Leonardo abandona Florencia y acude a Milán, y allí colabora con el duque Ludovico Sforza, quien le encarga la estatua ecuestre de su padre Francesco. Tras 16 años de estudio, deja sin fundir el caballo al no satisfacerle el movimiento del mismo. Mientras tanto realiza dos obras maestras: “La Virgen de las Rocas” (h. 1483-1486) y “La última cena” (h. 1495). Estas obras suelen verse como el inicio del concepto  Alto Renacimiento o Clasicismo, el periodo en el que supuestamente las formas del arte adquieren el grado máximo de madurez.

“La Virgen de las Rocas”: existen dos versiones: una en el Louvre y otra en la National Gallery de Londres. En esta obra perfecciona la composición piramidal, el sfumato (sombrear las figuras y diluirlas mediante claroscuros en el espacio) y la perspectiva aérea (basada en la importancia que adquiere la atmósfera: “cuanto más nos alejamos de un lugar, las formas se harán menos nítidas y los colores más azules).

“La última cena”: problemas técnicos menguan hoy en día la grandeza de esta obra maestra milanesa. Pintada en 1498 para el refectorio del convento dominico de Santa María delle Grazie. Leonardo experimentó en ella una nueva técnica inventada por él, y el resultado fue desastroso, ya que debido a ello, hoy en día se conserva en muy mal estado. Su intención era evitar los inconvenientes del fresco tradicional (rapidez de ejecución e imposibilidad de retoque). Esta obra es una de las más intelectualmente pensadas. Siguiendo las leyes de la perspectiva, agranda ópticamente el muro frontal. En los gestos especifica cómo cada apóstol vive el momento trágico con una actitud distinta: unos buscan el perdón, otros aparecen mentalmente alejados de la escena. También en el plano compositivo rompe con las reglas anteriores. Rechaza el esquema al uso en el que la línea de los apóstoles se rompe con Judas sentado al otro lado de la mesa.

Cuando a finales de 1499 los franceses invadieron Milán y la dinastía Sforza cayó, tanto Leonardo como Bramante huyeron y se fueron al sur. Después de pasar por Mantua y Venecia, llega a Florencia en 1500 precedido de la fama de su “Última Cena”. De este segundo periodo florentino es otra de sus grandes obras maestras, “Santa Ana, La Virgen y el Niño”, donde recoge algunos de los avances puestos ya en evidencia en “La Virgen de las Rocas”. Recurre otra vez al esquema piramidal, con unos personajes unidos física y psicológicamente. También pone en práctica algunas de sus ideal sobre el claroscuro. Practica asimismo el contraposto del que hablan sus escritos: la cabeza no debía estar orientada en la misma dirección del pecho, para facilitar el movimiento de los brazos. Una vez más todo parece estar en un equilibrio inestable y suspendido en el tiempo. Las mujeres representadas parecen muy jóvenes.

A lo largo de su carrera, Leonardo pintó una serie de retratos que culminarían con la pintura de “La Gioconda”, que no solo es una obra maestra, sino uno de los más importantes iconos culturales de la sociedad occidental. Destacan el “Retrato de Ginevra de Benci”, “La Dama del armiño”, “El músico”, “La dama de la redecilla de perlas” y “La Bella Ferronnière”, los cuales participan también del sfumato que diluye los contornos hasta fundirlos con la misma atmósfera.

En el retrato de la mujer de Francesco del Giocondo, “Mona Lisa” o “La Gioconda”, se pone de manifiesto toda la potencia descriptiva de Leonardo, toda su particular comprensión del retrato, en la que los rasgos se determinan e indeterminan a la vez. Un rostro vibrante aunque delicadamente dibujado a través de un sutil sfumato que une las cejas a la nariz y la nariz a la boca cuyas comisuras conservan, a pesar de la sonrisa, parte de melancolía. El paisaje, mantiene ese difícil equilibrio entre copia fiel y realidad e invención fantástica, vuelve a ser símbolo casi psicológico: las rocas, las grutas, las fuerzas naturales incontenidas que contrastan con la calma triste de esa dama que sonríe. Parte de la magia del cuadro se halla en lo preciso de la composición, en el sumo cuidado con que el artista ha calculado cada uno de los ejes. Una técnica depuradísima en la que nada se deja al azar; un control sobre el espacio y el movimiento en el espacio, sobre la luz y las tinieblas.

En 1506 Leonardo llegó a un acuerdo con los franceses y regresó a Milán. En 1507 fue nombrado pintor de Francisco I de Francia. Cuando terminó el dominio francés sobre Milán en 1512 fue a Roma, a instancia de Giulio de Médici, primo del papa, y se instaló en el Vaticano. Fue un periodo de frustración e inactividad, precisamente en los momentos en los que Miguel Ángel y Rafael realizaban sus grandes obras. En 1517, algo desesperado, se fue a Francia, aceptando la oferta de Francisco I, pero ya era un anciano y solo le quedaban dos años de vida. Su fama le había abandonado al final, mientras la gloria era para los hombres jóvenes que habían aprendido de él, pero que ahora se repartían Roma entre ellos.

2- RAFAEL SANCIO (Urbino, 1483- Roma, 1520)

El misterio de la pintura de Leonardo se torna en claridad con Rafael. Rafael es dueño de un lenguaje comprensible, sereno y armonioso.

El atractivo físico del pintor y su carácter cordial, unido a la fervorosa devoción que provocaban sus obras, lo convirtieron a los ojos de sus contemporáneos en un semidios. En su vida se sucedieron cuatro etapas:

Perugia: 1494-1500
Urbino: 1500-1504
Florencia: 1504-1508
Roma: 1508-1520

En Perugia adquiere las tonalidades claras, las posturas elegantes y los paisajes idílicos al entrar en contacto con Pietro Perugino, maestro local. En Urbino profundiza en los estudios de perspectiva que, desde la estancia de Piero della Francesca en la corte ducal, habían sido una preocupación constante en los medios artísticos. De estos primeros años son dos obras importantes: “La coronación de la Virgen”, en la que dividía la composición en dos registros y en la que presenta ya algunos recursos novedosos como la posición oblicua de los sarcófagos o la utilización atrevida de las gamas cromáticas, y “Los desposorios de la Virgen”. En esta última pinta una gran plaza con un   templete central con una planta de 16 lados que sirve de fondo a la historia que se desarrolla en un primer plano. En ellas las figuras se disponen según un ritmo curvilíneo. En la obra predomina la geometría, la claridad matemática y gran maestría en el uso de la perspectiva, que codifica según los principios codificados por Alberti y Piero della Francesca. Sin embargo todavía mantiene algunas reminiscencias tradicionales, como la anatomía de los personajes.

La etapa florentina se caracteriza por asimilar la composición piramidal y el sfumato leonardesco, ingredientes con los que realizará una nueva tipología religiosa, que pasará a la historia con el genérico nombre de “Madonna”, y que le darán un éxito fulminante. Los ejemplos más importantes son la “Madonna del Granduca” (1505), la “Madonna del Jilguero” (1506-1507) y la “Madonna del Prado” (1506). En ellas encontramos la influencia de Leonardo en la búsqueda del sfumato, aunque sustituye el misterio de los rostros por una expresión mucho más humanizada. Los rostros de las Vírgenes son serenos y dulces, aunque al estar concentradas en sí mismas, resultan algo distantes. No establecen ningún tipo de relación con el mundo del espectador. Los juegos inocentes de los niños contribuyen a crear cierta atmósfera de familiaridad, que contrasta el ensimismamiento de estas vírgenes.

Pero la vida de Rafael cambia en 1508 cuando Julio II lo convoca a Roma para confiarle la decoración de las cuatro habitaciones conocidas como “Estancias Vaticanas”: “Cámara de la Signatura”, “de Heliodoro”, “del Incendio del Borgo” y “de Constantino”. Finalmente solo realiza personalmente la primera, que era la sede del Tribunal pontificio y le servía a Julio II de biblioteca privada. Representó en sus cuatro frentes un programa humanístico con alusiones a la Jurisprudencia, la Poesía, la Teología y la Filosofía. Las dos últimas alegorías son sus frescos más logrados: “La disputa del Santísimo Sacramento”, que es un himno a la teología realizado con una perfecta simetría, y “La escuela de Atenas”.

En “La escuela de Atenas”, bajo la bóveda de una arquitectura clásica (que recuerdan las de la Basílica de Majencio, así como las de Bramante del proyecto de San Pedro) aparece, en armónica y animada concurrencia, la multitud de sabios y filósofos de la Antigüedad que representan las distintas disciplinas de la tradicional división de las artes liberales. A ambos lados las figuras de Apolo y Palas Atenea, las divinidades protectoras del pensamiento y de las artes, presiden la Asamblea. En medio de tod@s y dominando la escena se encuentran las dos figuras señeras de Platón, sosteniendo el timeo y señalando el mundo de las ideas, y Aristóteles, con la Ética, señalando al suelo, hacia las realidades empíricas. No aparecen como actitudes irreconciliables, sino más bien como dos formas de acercamiento a una única verdad. Sus figuras son las únicas que destacan sobre el fondo del cielo. En toda la obra prima la unidad. El fondo arquitectónico y la disposición de la perspectiva central  determinan la sensación estática de la composición. Los personajes pueden andar, adquirir distintas posturas, pero la fuerte franja horizontal refuerza el equilibrio y el estatismo del conjunto. Visión estática y filosófica del neoplatonismo de la época, que concebía la imagen del Universo como una construcción armónica, en la que el hombre y el arte son reflejo de un orden superior cósmico, en consonancia con las teorías de Pitágoras recogidas por Platón en su Timeo.

Fuera del Vaticano decoró la residencia romana del banquero Agustín Chigi, llamada “Villa Farnesina” con pinturas mitológicas y grutescos. “Grutescos” es el nombre que reciben las pinturas encontradas en las galerías de la Domus Aurea de Nerón. La temática es caprichosa y monstruosa. El tema principal representado en Villa Farnesina fue el “Triunfo de Galatea”. En esta pintura Rafael representa a Galatea con sus alegres compañer@s en una rica e intrincada composición. Cada movimiento responde a otro contramovimiento. Lo más admirable es que todos esos movimientos distintos se reflejan y coinciden en la figura misma de Galatea, cuyo rostro es el centro mismo de la composición.

Otra de las especialidades de Rafael fue el retrato. Ya en su etapa florentina había realizado sus primeros encargos, pero a partir de 1510 el interés por el individuo y sus particularidades se va a ver reflejado en la serie de retratos que realiza. Destacarán “Retrato de Cardenal”, “Retrato de Tomasso Inghirami”, el “Retrato de Julio II”, que constituye el primer retrato de Estado de un pontífice y el “Retrato de Baltasar Castiglione”. También durante este periodo, fuera del Vaticano, Rafael sigue realizando Madonnas y cuadros de altar. En estas obras todavía se percibe una conexión con los modelos leonardescos, aunque ya se refleja un acercamiento a la pintura veneciana. Aparece en ellas el recurso de la mirada directa. Logra composiciones circulares, pero gracias al acierto de disponer el juego de miradas directas hacia el espectador de la Madre y el Hijo confiere a todo el conjunto una fuerte sensación de equilibrio. Si en las composiciones florentinas, las figuras quedaban encerradas en su mundo, las romanas, a través de este juego de miradas frontales y directas, se establece un nexo de unión con el espectador. Destacan la “Madonna de Foliguo”, “La Madonna Sixtina” (considerada desde el siglo XVIII como la expresión más perfecta del arte clásico) y la “Madonna de la silla”, en formato de tondo.

Coincidiendo con el pontificado de León X, que colma a Rafael de favores e importantes encargos (nombrado arquitecto de San Pedro en 1514), se inicia la última etapa de su obra, que algunos críticos han considerado de declive, viendo en ella los signos de una incipiente violación de los principios clásicos. Algunas obras importantes de este momento fueron:

Los cartones para diez tapices con los “Hechos de los Ápóstoles”. Fueron tejidos en Bruselas y expedidos a la capilla vaticana de León X.
“El incendio del Borgo”. Fresco que da nombre a la tercera estancia del Vaticano. Debía exaltar la figura del nuevo pontífice, glorificando su nombre, pues en la época de León IV (847-855) un gran incendio arrasó parte del antiguo Borgo de San Pedro y gracias a la intervención del Papa, con su bendición, las llamas fueron sofocadas. El fresco contrasta con sus obras anteriores, pues es una sucesión desorganizada de episodios, sin conexión entre sí, falta de unidad, improvisación...
“La Transfiguración” (1518-1520). Obra inconclusa.

3- MIGUEL ÁNGEL BUONARROTI (Capresse, 1475-Roma, 1564)

 Este gran genio se inició en el arte a través de la pintura. A los trece años su padre lo colocó en el taller de Ghirlandaio, donde aprende la técnica del fresco y de quien toma la paleta brillante, de amarillos azafranados, carmines, verdes y azul ultramar, y algún otro rasgo estilístico. En cambio el esplendor plástico de la figura lo adquiere contemplando a los vigorosos y dramáticos maestros del pasado, como Giotto y Masaccio.

Su primera obra sobre tabla plenamente documentada y acabada por Miguel Ángel fue el “Tondo Doni” (1504), realizada para la boda de Agnolo Doni, un noble florentino aficionado a las artes. Presenta una composición sin precedentes: las tres personas de la Sagrada Familia aparecen dispuestas frontalmente. San José está detrás y delante de él la Virgen, sentada en el suelo en sus rodillas, gira hacia su derecha el tronco, la cabeza y los brazos para recibir al Niño. La representación de unas relaciones espaciales complejas supone una dificultad extrema. Se demuestra un gran dominio de la anatomía y de la representación de las figuras humanas en el espacio, destacando los escorzos de los brazos. Los desnudos que cubren el horizonte detrás de la Sagrada Familia debía tener alguna función simbólica o argumental. El pequeño San Juan Bautista se sitúa a la derecha y contempla al niño Dios con una expresión amorosa. Para muchos autores, la obra más importante que Miguel Ángel hizo en Florencia durante la estancia de 1501-1505 no fue la estatua de David, sino el cartón preparatorio para el fresco de “La Batalla de Cascina”.

Restaurado el régimen republicano en Florencia tras la expulsión de los Médici, el nuevo gobierno decidió decorar la sala del Consejo del Palazzo Vecchio con escenas representando las victorias de Florencia. Se contó con Leonardo y Miguel Ángel, que recibió el encargo de representar en la parte derecha del muro “La batalla de Cascina”, entre Florencia y Pisa. En esta obra pone en práctica dos de los grandes principios de su arte: el uso del desnudo como vocabulario básico y la preferencia por el momento de la expectativa sobre la acción.

De este dominio del dibujo del cuerpo humano nacerán sus obras maestras, muy especialmente “La bóveda de la Capilla Sixtina”. Sixto IV en 1471 había dado un gran impulso al programa de consolidación y monumentalización del Vaticano. Su aportación más importante había sido la demolición de la vieja “Grande Capella” y la construcción en el mismo lugar de un edificio que vino a conocerse, por el nombre del Papa, como “Capella Sixtina”. Entre 1508 y 1512, Miguel Ángel realiza aquí, en la bóveda, su obra pictórica más célebre, encargada por Julio II. Para levantar ópticamente el techo, imaginó un conjunto articulado por grandiosas pilastras fingidas, y entre ellas fue acomodando monumentales figuras de los Profetas y Sibilas. Bajo ellos se encuentran sus Antecesores: los miembros de la casa de David. Luego, Miguel Ángel compartimentó el espacio rectangular del centro en nueve tramos, separados por desnudos, donde narra “La Creación y la Caída del Hombre”, tal y como figura en el Génesis. A ellas les da colores más claros para atraer la visión. Antes de empezar a pintar, Miguel Ángel tuvo que resolver la estructura arquitectónica del conjunto. Utiliza elementos arquitectónicos pintados de trampantojo. En el conjunto podemos distinguir tres zonas:
Lunetas y pechinas.
La superficie de los segmentos descendentes de la bóveda que queda entre las pechinas.
Franja central de la bóveda: sucesión de escenas dispuestas transversalmente respecto a la capilla.
En todas se manifiesta poderosamente la energía del dibujo miguelangelesco. Los magníficos escorzos resaltan el virtuosismo técnico de Miguel Ángel. En esta obra se encuentran todas las raíces del manierismo: los gigantes que se mueven con formidable impulso carecen de suficiente espacio y la atmósfera adquiere sensación de angustia. Es un modelo dramático, bien diferente al equilibrio y al optimismo del hombre del primer Renacimiento.

EL JUICIO FINAL:

Un cuarto de siglo después, concluía la decoración de la Capilla con esta grandiosa obra de energía sobrehumana. Si en el techo había pintado el prólogo de la humanidad, ahora representa el epílogo en la pared del fondo. El tema es la segunda venida de Cristo que marca el final de los tiempos, la Resurrección de los muertos y el Juicio Universal (según el Apocalipsis de San Juan). Si en su primera visita Cristo vino como hombre para compartir la suerte de los hombres y morir como una víctima, ahora viene como Dios y como Juez, para separar justos de pecadores. Miguel Ángel representa el evento en una sola escena, inmensa, sin dividir el espacio pictórico. Un Cristo joven está en la parte alta del eje central, con la mano derecha levantada en un gesto de condena hacia los pecadores. Maria, a su lado, no interceda. A su derecha los elegidos suben al cielo sostenidos por ángeles; a la izquierda los réprobos se precipitan en el infierno, donde los aguarda Carente con su barca.

Estilísticamente, el rasgo más notable es la naturaleza singular de su espacio pictórico. No obedece a la perspectiva y las proporciones de las figuras son incoherentes entre sí. No son naturales, ni tampoco lo es la luz que lo invade todo.

La última obra pictórica de un anciano Miguel Ángel será la decoración de la “Capilla Paulina” (encargada por el Papa Paulo III). En ella representa en dos grandes murales “La Conversión de San Pablo” y “La Crucifixión de San Pedro”. Estos dos frescos enfrentados, que aglutinan una multitud de figuras, giran cada uno de ellos en un sentido distinto, garantizando la unidad de la composición.

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