EL HELENISMO
1)
CONTEXTO HISTÓRICO-ARTÍSTICO :
El
periodo comprendido entre la muerte de Alejandro Magno (323 a. C.),
que había extendido el dominio griego por el norte de África y
Oriente Medio y la conquista romana (batalla den Accio, 31 a.C.), se
conoce convencionalmente como helenismo. Se trata de una cultura de
transición entre la Grecia Clásica y la romana. La
conquista de Oriente por Alejandro Magno, dio posibilidad a los
artistas de ampliar su panorama en cuanto a temas y personajes
étnicos diferentes a los acostumbrados en la Grecia clásica.
Alejandro Magno, además, representa un hito de la pintura
helenística. Consciente del poder propagandístico del arte,
controló la reproducción de su efigie y sólo autorizó para ello a
tres artistas en escultura, orfebrería y pintura. El pintor elegido
fue Apeles, todo un mito para la profesión pictórica. Artistas de
siglos posteriores siempre han usado su leyenda como ejemplo de la
dignidad de su profesión, puesto que era el favorito del emperador
Alejandro, que visitaba su taller y se sometía a los dictados del
artista.
El helenismo representa la crisis de la polis griega, al englobarse la constelación de ciudades-estado en una unidad política bajo el dominio macedónico. En este nuevo mundo político, organizado por el genio estadista de Alejandro Magno, no tienen sentido los ideales de armonía y medida de la Grecia clásica y son sustituidos por nuevos valores. Es la época de los grandes conjuntos monumentales, como “El altar de Pérgamo” o el “Coloso de Rodas”.
En
la época helenística la cultura y el arte reflejaron las ideas del
filósofo Aristóteles,
que valoraba las
experiencias del hombre obtenidas a través de los sentidos,
utilizados para el conocimiento de la realidad y de sí mismo.
Esta forma de pensar
influyó notablemente en las artes visuales, que dejaron de basarse
en modelos ideales para hacerlo en modelos más naturalistas de
acuerdo con la perfección directa de la realidad. Por ello,
los artistas se ocuparon de todos los aspectos de la figura
humana.
Sobresalieron obras
de dimensiones superiores a las naturales, en comparación a las
proporciones establecidas en el período clásico. A ello hay que
añadir la abundancia decorativa y ornamental de los grandes
monumentos, como por ejemplo “el Altar de Zeus en Pérgamo”.
Destaca por tanto la monumentalidad,
presente en obras tan destacables como “ El Coloso de
Rodas”.
2) LA CIUDAD
HELENíSTICA:
Frente a las
desordenadas y mal pavimentadas ciudades clásicas griegas, las
ciudades helenísticas fueron diseñadas de acuerdo a un plan
geométrico con formas regulares, algunas de forma
circular, con un centro del que irradiaban calles enlazadas
entre sí por círculos concéntricos.
4) ARQUITECTURA Y
DECORACIÓN DE VASIJAS:
En la arquitectura del período helenístico prefirieron el uso de los elementos decorativos del orden
corintio.
De este complicado estilo helenístico surgieron nuevos
tipos arquitectónicos,
como gimnasios y edificios para el Senado, profusamente decorados.
Los reyes helenísticos construyeron pórticos, bibliotecas, teatros
y arcos de triunfo.
De esta etapa destacan el “Tholos
de Delfos”
y el “Teatro
de Epidauro”. El Tholos de Delfos es un edificio de planta circular del siglo IV de autor desconocido. Posee veinte columnas dóricas en el exterior y diez columnas corintias sobre un banco corrido en el interior. Estaba realizado en mármol. Su decoración exterior representaba la lucha entre amazonas, y la lucha de los centauros. El Teatro de Epidauro fue construido hacia el 350 a. C. por Policleto el Joven. Consta de las partes características del teatro griego: orchestra, auditorio semicircular o cávea, escenario o escena, precedido del proscenio. En él se representaban las obras de grandes autores del momento, como Sófocles, Esquilo o Eurípides.
Además
éste fue el período de las
grandes vasijas de lujo,
decoradas con cierto barroquismo
en el dibujo hasta principios del siglo II a.C., cuando se
sustituyeron las pinturas por los relieves en color negro o rojo. Los restos que nos han llegado de pintura griega son muy escasos. Sin embargo a través de la cerámica podemos conocer cómo fueron las representaciones pictóricas.
5)
LA ESCULTURA HELENíSTICA:
Las
grandes manifestaciones artísticas del Helenismo se dieron en
escultura. En ésta se inicia una era de realismo un tanto amargo. Se prefiere el desequilibrio de los cuerpos retorcidos a las posturas serenas de Fidias, el dramatismo de las expresiones a los rostros tranquilos, la fealdad de monstruos o seres amenazadores a la belleza clásica.
Se agudizan las tendencias aparecidas en el siglo IV. Las
figuras fueron tan ideales como en el período anterior, pero su pose
era más distendida e indolente. Aparecieron los retratos de
personajes convertidos en héroes. La estructura dinámica
que producía una sensación de inestabilidad, reflejada en las
formas dramáticas y apasionadas, en el dinamismo de
las expresiones por el deseo de lograr estados anímicos y el interés
de reflejar la anatomía y expresión dramática
causada, hicieron que se acentuaran las torsiones de las figuras,
la tensión muscular y el claroscuro del modelado, al
tiempo que los rostros expresaban sus sentimientos, ya fueran
de alegría, placidez, angustia o dolor.
Aunque no podemos hablar de grandes artistas, en la época helenística podemos encontrar grandes escuelas con diversidad de estilos. Las escuelas de Antioquía, Atenas, Alejandría, Rodas y Pérgamo surgen como grandes centros escultóricos que acogen diversos talleres.
ESCUELA DE PÉRGAMO:
Las contiendas y victorias de la ciudad de Pérgamo contra los celtas y los galos fueron tema principal en la escultura de esta escuela. Los vencedores, orgullosos de su ejército, mandaron esculpir grupos de galos vencidos en forma de exvotos. En este sentido destacan las esculturas “El Gálata suicida”, y “Galo
moribundo”,
guerrero derrotado que yace junto a sus armas, y los relieves del
“Altar de
Zeus”,
un prodigioso tumulto de figuras, que representa el triunfo de Zeus y
Atenas sobre los gigantes, metáfora del enfrentamiento de los
griegos y los bárbaros. En el combate entre dioses y gigantes los escultores helenistas introducen una tensión nueva que contorsiona los cuerpos y acusa los músculos, mientras los rostros expresan dramáticamente violencia o dolor.
LA ESCUELA DE RODAS: AGESANDRO, POLIDORO Y ATENODORO:
Agesandro de Rodas fue discípulo de Lisipo. Trabajó junto a sus hijos, Polidoro y Atenodoro, en el famoso grupo escultórico de “Laocoonte y sus hijos”. En el grupo del Laoconte los cuerpos se retuercen, los músculos se hinchan y los rostros expresan dolor. En el grupo se representa al sacerdote de Apolo y sus hijos acometidos por serpientes que expresa la violencia y el desequilibrio que caracterizan al helenismo tardío. En un grupo concebido para su contemplación frontal los tres escultores que intervinieron intentaron contrarrestar la tremenda convulsión muscular de Laocoonte con las anatomías más clásicas de los niños.
En el “Toro Farnesio”, obra también de estos tres autores, el espectador no puede quedar impasible ante la gigantesca composición, de clara estructura piramidal. Los escultores se atreven a incluir elementos de un ambiente paisajista, como las rocas, el perro y el pastor, personajes que ven cómo los hijos de Antíope arrastran a Dirce hacia el toro que acabará con su vida.
Otras obras escultóricas importantes del helenismo fueron:
La Venus de Milo es ejemplo de que en el periodo helenístico alguna vez surge la nostalgia de los tiempos clásicos y se combina el arte de Fidias, Praxíteles y de otros maestros. Aquí se ejemplifica este arte ecléctico, sublimado por la serenidad y la armonía de las proporciones. Es una obra que destaca por su monumentalidad, pues mide 211 centímetros y pesa 900 kilos. La figura muestra movimientos serpenteados con gran naturalidad y realismo, y su postura describe una línea flexible y elegante, destacando el drapeado del vestido.
La Victoria de Samotracia o Niké de Samotracia, porque representa a Niké, Diosa griega de la Victoria que se muestra espléndida sobre su pedestal, que simboliza la proa de un navío. La figura alada camina triunfalmente, mientras sus ropajes húmedos, empujados por el viento, se adhieren a su cuerpo, lo que lleva a los historiadores a la conclusión de que se creó para conmemorar una exitosa batalla naval. La pieza fue probablemente elaborada por el pueblo de Rodas a principios del siglo II a. C.