LA PINTURA ITALIANA DEL TRECENTO


1- CARACTERÍSTICAS GENERALES DE LA PINTURA GÓTICA:

La pintura gótica expresa el cambio producido en la vida y en los ideales europeos. Convertida en una de las más importantes manifestaciones ciudadanas, se hace eco de la espiritualidad que guía el mundo gótico. Se rompe con los rígidos esquemas del románico, donde lo sagrado era algo distante, para acercarse a la naturaleza, reflejo de la divinidad. Todo ello conduce a la conquista de logros estéticos y técnicos que se irán incorporando en las distintas etapas. En este giro estético influye la nueva clientela, que deja de ser monástica para ser sustituida por la Iglesia, los Reyes y la burguesía en continuo crecimiento, que potencian la producción de obras protegiendo a los artistas que desarrollan talleres ciudadanos importantes.

En relación con los distintos periodos, escuelas y países, así como por la utilización de distintos géneros y técnicas, se establecen cuatro etapas sucesivas en la evolución de la pintura gótica:

  1. Gótico Lineal (o estilo franco-gótico): 1200-1330 aproximadamente.
  2. Estilo italo-gótico: Duecento (siglo XIII) y Trecento (siglo XIV).
  3. Gótico internacional: 1350-1420 aproximadamente.
  4. Pintura Flamenca: a partir del primer cuarto del siglo XV.

Todas las manifestaciones quedan definidas por una nota común: el naturalismo, que implica un acercamiento al mundo real, de acuerdo al pensamiento escolástico. El naturalismo, convertido en la expresión de un deseo de unir al hombre con la divinidad, lleva a analizar la naturaleza en sus mínimos detalles. Ello contribuye a conseguir un gran sentido narrativo, que llegará en ocasiones a una precisión analítica cuya evolución final desembocará en el realismo del siglo XV, conseguido en la pintura flamenca. Este cambio de pensamiento se explica por la profunda transformación religiosa iniciada por San Bernardo y San Francisco, que promueve un acercamiento al mundo que lo rodea viendo en cada criatura un fiel reflejo de la divinidad. Además la religiosidad franciscana valora de forma singular el sentimiento, buscando despertar la emoción del espectador ante la obra.

Cuatro son los elementos que desde un punto de vista compositivo determinan el desarrollo de la pintura gótica: el dibujo, el color, el espacio, y la luz, que unidos a la preocupación por la expresión y el sentimiento narrativo, resumen sus caracteres estilísticos. En esta etapa se desarrolla una gran preocupación espacial, así como la búsqueda de una pseudo-perspectiva.

Muchos de los temas de la pintura gótica derivan de la Alta Edad Media. Otros surgen en función de las circunstancias del momento, como sucede con la iconografía de Cristo o con la imagen mariana difundida por el arte italiano a partir de modelos bizantinos (La Maesta o las Vírgenes de ternura) o el especial desarrollo de temas en torno a la muerte, reflejo de la situación crítica que se vivió a finales de la Baja Edad Media. Las hagiografías o vidas de Santos, basados en la Leyenda Dorada, enriquecen con multitud de detalles narrativos y anecdóticos la pintura gótica. Al margen de la iconografía religiosa se desarrolló también una temática profana, inspirada fundamentalmente en textos literarios (textos clásicos, amor cortés), o en relatos de libros de viajes a través de los cuales se introducirá el elemento fantástico.

Respecto a las técnicas utilizadas por los maestros góticos, la pintura mural utiliza la del fresco. Giotto es uno de los maestros que logra una mayor perfección en la aplicación de los colores. Sobre tabla se utiliza también la pintura al temple. Por otra parte, la presencia de la pintura al óleo tiene especial vigencia y difusión en la pintura flamenca.



2- EL ESTILO ITALO-GÓTICO: EL TRECENTO

Con la llegada del siglo XIV se produce un cambio trascendental en el desarrollo de la pintura gótica, desplazándose la atención desde Francia a Italia, que pasa a ser el centro artístico y cultural de Europa. Ya en el siglo XIII se había desarrollado en Italia la pintura del Duocento, muy influída por el bizantinismo y representada por nombres como Pietro Cavalli y Cimabue, cuyos avances en la búsqueda del naturalismo y la expresión de sentimientos hay que tener en cuenta para explicar la posterior eclosión del siglo XIV.

La pintura del trecento italiano representa una doble tendencia: la florentina y la sienesa. La Escuela Florentina, cuyo máximo representante será Giotto, rompe con la tradición bizantina, introduciendo novedades desde el punto de vista técnico y estético que abren paso al Renacimiento. La escuela de Siena, por su parte, tendrá como máximo representante a Simone Martini, que a través de su estancia en Avignon supondrá el arranque de la pintura del gótico internacional.

2.1- PRINCIPALES APORTACIONES DE ESTA ETAPA:

  • Utilización de nuevos recursos técnicos, como la preocupación por el espacio, que desembocará en un tipo de especial de perspectiva en la que se yuxtaponen diversos puntos de vista convergentes, preparando el camino para la pintura renacentista.
  • Preocupación por la figura, anatomías más realistas y estudio del volumen.
  • Interés por las actitudes, gestos y expresión de los sentimientos.
  • Abandono progresivo de los fondos dorados y búsqueda de la luz natural con la que se intenta modelar las figuras: los colores dejan de ser planos para buscar gradaciones cromáticas (pintura tonal).

Mientras la Escuela de Florencia difunde un arte con monumentalismo, sentido volumétrico y teatralidad, la Escuela de Siena, sin olvidar los avances técnicos, representa un arte más amable, suave, en el que se valora la belleza de líneas y la combinación de colores, resultando una pintura un tanto idealizada con preferencia por los temas marianos.


2.2- PRINCIPALES ESCUELAS Y ARTISTAS DEL TRECENTO ITALIANO:

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2.2.1- LA ESCUELA DE FLORENCIA: GIOTTO DI BONDONE (1266-1337)

Es el artista más relevante del Trecento italiano si atendemos tanto al volumen de su obra como a la trascendencia de la misma. Supone un cambio profundo en la evolución de la pintura gótica, así como con la historia de la pintura general. Es el creador de un nuevo lenguaje artístico en cuanto al espacio, la luz y la narración de escenas, que lo llevan a ser el iniciador de la pintura moderna. Representa la corporeidad de las figuras, el paisaje y encuadres arquitectónicos. Sus figuras ofrecen una monumental corporeidad, reforzada por la utilización de efectos lumínicos: profundas sombras en los flotantes de los pliegues de los ropajes y modelados de los rostros (aunque éstos se mantengan diferenciados). Los paisajes aparecen, aunque simples, de forma que es la figura la protagonista. Sus arquitecturas son pequeñas e inverosímiles, llegando incluso a efectos propios del teatro, como es cortar un edificio para que se vea lo que hay dentro. Utiliza en ellas ya la perspectiva.

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Para Giotto este descubrimiento de crear ilusión de la profundidad sobre una superficie plana le permitió cambiar todo el concepto de la pintura. En este sentido el componente esencial de su estilo es la desaparición de los esquemas rígidos que caracterizan la pintura anterior, para adquirir un sentido eminentemente narrativo y expresivo: inaugura la representación de episodios de la vida de un santo (fundamentalmente San Francisco de Asís); valora los espacios para que las figuras tengan espacio sobrado para desenvolverse, oponiéndose a la serie seguida medieval; se sirve de la asimetría, lo que confiere “vida” a sus escenas; utiliza un amplio repertorio gestual para representar actitudes y sentimientos; consigue dar unidad al episodio recurriendo a las miradas de los personajes.

Sus obras más famosas son sus grandes conjuntos murales (frescos) de la Iglesia Alta de Asís, de la Capilla Scrovegni en Padua y de la Iglesia de la Santa Croce de Florencia (Capillas Peruzzi y Bardi). Arriba aparecen: "La resurrección de Lázaro", "La huída a Egipto" y "Retrato de hombre con turbante".
La fama y respeto ganados por Giotto iniciaron un nuevo capítulo en la Historia del Arte. A partir de entonces, ésta, primero en Italia y después en los demás países, es la historia de los grandes artistas.

2.2.2- LA ESCUELA DE SIENA: SIMONE MARTINI (1283-1344)

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Probable discípulo de Duccio, es el máximo representante de la Escuela sienesa. Simone Martini tiene un lenguaje artístico muy personal, caracterizado por un cierto “bizantinismo”. Además posee un aire delicado, amable y cortesano. Prefiere las líneas, gráciles y onduladas a las masas sólidas. A la figura humana le otorga un tratamiento estilizado y al color un sentido preciosista y decorativo. Sigue utilizando los fondos dorados, lo que permite concentrar la atención sobre los personajes. Su arte es miniaturístico y en su producción también existen bastantes muestras de sus inquietudes en relación al espacio.

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Sus temas más característicos son los dedicados a la Virgen, destacando la “Maestá” de 1315 para el Palacio Público de Siena, un icono de la Virgen bajo palio, rodeada de los santos locales y, por supuesto, su “Anunciación” del Museo Uffizi de 1333. Esta es su obra cumbre. En ella funde el convencional fondo de oro bizantino con la línea ondulante del gótico francés, visibles en las refinadas y elegantes siluetas del ángel y María. Es una creación exquisita que ha sido relacionada con los poemas de su amigo Petrarca. Arriba también aparece otra de sus importantes obras: "Camino al Calvario".

Destaca también en su producción un ejemplo de pintura profana, el retrato ecuestre (el primero del arte italiano) de Guidoriccio da Fogliano de 1328, personaje que había salvado la independencia de la república sienesa, repeliendo con sus fuerzas mercenarias la invasión de la vecina ciudad de Lucca. Acomete encargos importantes fuera de la ciudad (Nápoles), siendo de especial trascendencia su estancia en Avignon, ciudad en la que permanece desde 1340 hasta su muerte, ya que esta etapa supone la difusión del Trecento sienés y, sobre todo, el arranque del estilo internacional.

Además del ya mencionado Duccio di Buoninsegua, habría que destacar en esta escuela sienesa a los hermanos Pietro y Ambrogio Lorenzetti.