LA CIUDAD GÓTICA: LA CATEDRAL Y LOS EDIFICIOS CIVILES


1- LA CIUDAD DEL GÓTICO:

El nuevo carácter y la nueva fisonomía de la ciudad se explica por el aumento de la artesanía, la necesidad de mejorar los talleres y almacenes, la exigencia de mejores servicios, el crecimiento demográfico, la necesidad de afianzar simbólicamente los centros de poder tanto civiles como religiosos, etc.

La ciudad gótica fue un lugar donde habitar, producir y comerciar. También fue escenario de múltiples acontecimientos, de ceremoniales laicos (cortejos, torneos, justas...) y religiosos (procesiones, conmemoraciones, representaciones teatrales), que exigían una infraestructura urbana y que avivaron el sentimiento de permanencia a una determinada ciudad.

La ordenación de la vida urbana se convertirá en preocupación básica de la ciudad gótica, que en muchos casos pasó a ser un núcleo con gran densidad de población, ya que la muralla no permitía su extensión orgánica. En tales casos rigió el criterio del máximo aprovechamiento del espacio. Además perduró el principio románico de la división territorial según las clases sociales y los oficios: calle de los herreros, de los tejedores, de los tinteros...Aumentó el número de baños públicos y privados. El aprovisionamiento de agua potable se solucionó con pozos y manantiales en el interior del perímetro de las murallas. Se construyeron hospitales y leproserías. Se elaboró una minuciosa normativa urbanística y de usos de ciudadanos, incluida por lo común en los fueros y estatutos, con disposiciones que regulaban desde el ancho de las vías urbanas y de los caminos hasta los materiales de ciertas edificaciones, pasando por la limitación de altura de las casas o por el horario de circulación de carros por determinadas zonas de la ciudad, etc. La protección del centro urbano era una de las máximas de las ordenanzas, que solían prever el alejamiento de las actividades ruidosas y malolientes.

En los siglos del gótico, exceptuando algunas ciudades italianas, las calles continuaban sin pavimentación viaria y sin la necesaria canalización y desagüe de aguas. La pavimentación era un indicador del grado de organización y del prestigio cívico de una comunidad.

Los espacios comunitarios por excelencia eran la plaza del mercado, la de la Catedral y la del Ayuntamiento, es decir, los centros comercial, religioso y civil. Las plazas, siguiendo la tradición de los fueros romanos, se convirtieron en lugares en los que la ciudad defendía su carácter, en el sentido de que era fruto del esfuerzo de una colectividad y que se convertía, como tal, en símbolo de la misma. En los siglos bajomedievales del Gótico se acentuó la tendencia de situar el mercado en el lugar más céntrico posible para hacerlo accesible desde cualquier barrio, al igual que se hizo con el centro religioso. Esta aspiración de centralizar los dos espacios más significativos de la ciudad encontró distintas soluciones prácticas. La más habitual era aquella en la que las dos plazas se hallaban lo suficientemente separadas como para propiciar la creación de dos centros urbanos aislados, que incluso a menudo se disputaban la superioridad en cuanto a riqueza arquitectónica y artística. Incluso en algunas ciudades centroeuropeas, en la plaza del mercado solía levantarse el  Ayuntamiento. La plaza del mercado solía tener forma regular, y por lo común adquiría unas considerables dimensiones. De un espacio inicial libre, ocupado por carros y tenderetes, se pasó a un espacio rodeado de galerías cubiertas, que protegían de las inclemencias del tiempo tanto a comerciantes como a artesanos, cambistas y clientes. Estas galerías pronto pasaron a ser zócalo de las construcciones que fueron cerrando en altura el recinto de la plaza, construcciones que, a pesar de la diversidad de sus propietarios, solían poseer una cierta unidad arquitectónica que daba carácter a la plaza. La plaza de la catedral, al igual que la del Ayuntamiento, no era, por lo común, tan grande ni tan regular como la del mercado. Las catedrales solían levantarse en lugares muy densos de población, y a pesar de que en algunas ocasiones se destruyeran viviendas para dar mayor espacio al centro religioso, éste quedaba ahogado por las construcciones colindantes.

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2- LA CATEDRAL:

Frente a la arquitectura monástica imperante en la primera mitad de la Edad Media, ahora será la catedral, en su característico entorno urbano, el edificio modelo de ese momento. Europa entera se llena de catedrales góticas. En Francia, durante el siglo XII se construyeron las de Laon, París, Chartres y Bourges, y en el siglo XIII las de Reims y Amiens; en Inglaterra la de Salisburi, en Alemania las de Colonia y Estrasburgo, y en España las de Toledo, Burgos y León, todas ellas, como decíamos, del siglo XIII. Ya en el siglo XV destaca la Catedral de Sevilla.

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La catedral era el centro visual de la ciudad. Durante generaciones, la ciudad trabajó para la catedral, volcándose en ella los esfuerzos de los ciudadanos. Se convirtió en símbolo de la riqueza de una comunidad, de su poderío económico y de su capacidad artística. Al mismo tiempo testimonia la gloria del prelado que la mandó a construir, exalta la alianza entre el clero y la monarquía, y revela el orgullo de la burguesía. Prueba de ello es que la catedral no fue solo una casa de oración: se convierte también en el marco adecuado para celebrar fastos reales (coronaciones, bautizos, bodas) y las reuniones civiles de las corporaciones gremiales. Mientras tanto el pueblo llano reza y se divierte en su interior con el teatro litúrgico que en las festividades de Navidad y la Semana Santa se representa en sus naves.

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En las plantas el esquema dominante será el basilical, por lo general de proporciones considerables, con tres o cinco naves (la central bastante más ancha y alta que las laterales) y crucero, generalmente poco sobresaliente del ancho del total del templo. La girola o deambulatorio puede ser sencilla o doble y cuenta con capillas exteriores radialmente dispuestas, adaptándose todos estos elementos a una forma poligonal, distinta a la semicircular característica de las cabeceras románicas, ya que sobre ellas se asientan mejor las bóvedas de ojiva, así como los grandes paneles de vidrieras.

En el alzado es frecuente apreciar, como ya hemos dicho, una diferencia de altura notable entre la nave principal, las laterales y las capillas extremas. Esta peculiaridad también será distinta en cada país, así, mientras que en Francia la diferencia es muy grande, en otros países como España, por el contrario, se intentará equilibrar este escalonamiento. Las tribunas románicas escasean hasta desaparecer, siendo sustituidas por una angosta galería de servicio, el triforio. La desaparición de la tribuna permite que aumente el ta maño del claristorio o ventanales altos de iluminación.

El espacio interior está regido por dos líneas directrices de tensión: la horizontal, que se dirige del pórtico al altar, y que está definida por la sucesión rítmica de los elementos de la nave central, y la vertical, sugerida por el esqueleto estructural.
 
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La volumetría exterior de la catedral gótica refleja la construcción en esqueleto del interior a través de los arbotantes. Ello hace que, si bien el interior gótico resulta relativamente unitario en cuanto al espacio, el exterior muestra una gran complejidad, ya que en él se proyecta buena parte del sistema de sustentación del edificio. Desde el punto de vista no ya técnico, sino tipológico, el elemento exterior con mayor carácter de la catedral gótica es la fachada, la cual contradice, en parte, la disposición del interior. Dos torres suelen flanquearla, acentuando la verticalidad, efecto aún más resaltado por las altas flechas o por los capiteles que las coronan. Del cuerpo básico de la fachada, tres portales ojivales se corresponden con las naves longitudinales del templo. Estos tres portales aparecen cubiertos por gabletes. En la fachada también destaca el Rosetón, vano circular calado y cerrado por vitrales, y un cuerpo superior en el que suele aparecer una galería abierta o con ventanas. Es habitual también que existan frisos continuos de hornacinas con motivos escultóricos.
En cuanto a la decoración, aparecen importantes novedades. Los temas seguirán siendo geométricos, vegetales y figuras humanas, pero con un tratamiento distinto. Aparecen triángulos curvos y óvalos apuntados, con preferencia por las formas treboladas que se yuxtaponen e incluso entrelazan, hasta dar lugar a esa forma flameante de llama, tan característico del gótico final (Gótico Flamígero). Estos motivos se utilizarán sobre todo para cerrar paulatinamente los grandes vanos, y es lo que denominamos tracería gótica. Dentro de las representaciones animalísticas destacan imágenes de seres fantásticos o monstruosos (Gárgolas), y la figura humana se moverá en línea vital y realista. 
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Toda esta rica ornamentación ha perdido uno de sus asientos principales, el capitel, al haber quedado éste atrofiado y reducido, pero otros elementos vendrán a sustituirlo. Por ejemplo, en el interior del templo destacan los retablos y las sillerías del coro. Pero sobre todo, la decoración se concentrará en los grandes vanos de vidrieras coloreadas y en las portadas. Las vidrieras coloreadas crearán un espacio interior místico y mágico, y las portadas, abocinadas como las románicas, centrarán el interés decorativo. En ellas, el tímpano, llevado por un creciente afán narrativo, se suele dividir en zonas o bandas paralelas y superpuestas, dando cabida a gran número de escenas; las arquivoltas apuntadas que lo envuelven y definen acogen una decoración de figuras alineadas unas sobre otras, siguiendo la dirección del arco. Sobre los arcos de las portadas se colocan gabletes, unas molduras agudas que acentúan la verticalidad del conjunto. También es frecuente en ellas la presencia de rosetones o grandes vanos circulares de bellas tracerías caladas, que iluminan los pies del templo con esa luz multicolor que confieren las vidrieras.

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3- PRINCIPALES EDIFICACIONES CIVILES

El desarrollo urbano motivado por el aumento demográfico y la reactivación económica, junto con el creciente papel desempeñado por los municipios en la creación del Estado Moderno, propicia la aparición de espacios comunitarios: plazas, edificios de carácter público ( lonjas, Ayuntamientos y universidades ) y de carácter privado ( casas y palacios ) que se construyen mediante la utilización de elementos formales góticos. La construcción de dichos edificios se incrementa en las zonas donde la actividad mercantil es más acusada ( Flandes, norte de Italia y levante de la Península Ibérica).

3.1- EL AYUNTAMIENTO: 

Máximo exponente del poder urbano. A finales del siglo XIII se empezaron a levantar Ayuntamientos en espacios o plazas propias, que pronto se convirtieron en escenario de las fiestas comunales. Hasta finales del siglo XIII y principios del siglo XIV la sede del Ayuntamiento solía ser una atalaya, alta torre cuadrangular que actuaba de arsenal, archivo y lugar de reunión. Posteriormente adquirió mayores dimensiones, con una planta baja en ocasiones convertida en mercado o prisión, y una sala superior de asambleas. Su tipología se tornó cada vez más compleja a tenor de las múltiples necesidades de administración de las comunidades. Especialmente en Italia, nunca faltaba la alta torre de planta cuadrada ( Florencia y Siena ). Los Países Bajos y Alemania demostraron su dignidad ciudadana en Ayuntamientos de tejados empinados y galerías porticadas en la planta baja, como el de Münster.

3.2- UNIVERSIDADES:

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Las grandes ciudades establecen en el siglo XIII estudios generales para enseñar teología, medicina y derecho. París, Oxford, Bohemia y Salamanca (Imagen contigua) llevan a las universidades el liderazgo del conocimiento, que había permanecido en las grandes abadías rurales. No es de extrañar que la estructura de estos edificios académicos se inspire en la tradición arquitectónica monástica: patios para pasear y leer que recuerdan a los claustros, y, a su alrededor, las aulas, la biblioteca y la capilla.

3.3- LAS LONJAS:

Su proliferación es el resultado del gran incremento del comercio en algunas zonas. Estaban destinadas a concentraciones mercantiles. En los puertos mediterráneos de la Corona de Aragón se conservaban tres ejemplos sobresalientes: la lonja de Barcelona, que pertenece al siglo XIV, la lonja de Palma de Mallorca, iniciada en 1426, y la de Valencia, diseñada en 1482.


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Lonja de Valencia


3.4- PALACIOS:

Los palacios eran suntuosas mansiones urbanas adaptadas a los negocios y a la vida doméstica. Son el testimonio de la riqueza, el lujo, y el boato de las clases acaudaladas del siglo XV. 

Son viviendas con almacenes, oficinas, salas de recepción, dependencias para la servidumbre y habitaciones confortables donde residan los miembros de la familia. 

Dos buenos ejemplos de estas casas privadas son la Ca d´Oro veneciana, construída por un acaudalado banquero ( Contarini ) sobre el Gran Canal y el hotel de Jaques Caour, en la localidad francesa de Bourges.