IMPRESIONISMO. MONET, RENOIR, DEGAS. LAS ESCULTURAS DE RODIN

IMPRESIONISMO. MONET, RENOIR, DEGAS. LAS ESCULTURAS DE RODIN

La característica fundamental del arte contemporáneo es el sentido de cambio y la necesidad de encontrar nuevas soluciones a los problemas que acuciantemente se le presentan. Esto explicaría la continua sucesión de estilos artísticos . En las décadas centrales del siglo XIX, el Romanticismo y su idealización de la historia, de la sociedad y de la naturaleza, dejó paso al Realismo, una corriente que se interesó por la   realidad concreta y que triunfó en Francia entre 1848 y 1870. Ambos preparan el camino al Impresionismo, cuyas aportaciones están basadas en la experiencia óptica directa de la luz y del color. También les influyó el arte japonés que se difundía por París.

El término impresionista fue utilizado por el crítico Louis Leroy en 1874 de forma despectiva al comentar el paisaje de Monet, “Impresión, sol naciente”. Los impresionistas van a tratar de atrapar la naturaleza del cuadro, tal como ellos la ven, sin añadir ningún mensaje moral. Como método de trabajo defendían la pintura al aire libre frente al ambiente del taller. Se interesan por los progresos tecnológicos de la época, como el ferrocarril. Su temática es distinta a la de los “cuadros oficiales”, puesto que para documentar la historia ya estaba la fotografía. En el colorido huyen de las sombras negras usadas por los academicistas y llegan, de manera intuitiva, a las mismas leyes ópticas que el químico Chevreul. La técnica fue de pincelada fragmentada, de toque suelto y espontáneo, a menudo aplicado directamente del tubo, consiguiendo una superficie pastosa.

Asimismo se consideran antecedentes del Impresionismo los siguientes movimientos, escuelas o artistas:

- El movimiento realista surgido en Francia a mediados del siglo XIX. Los artistas del realismo pretendían reflejar la realidad contemporánea, sobre todo la de las clases trabajadoras urbanas y rurales.
- Ya los pintores de la Escuela de Barbizon inician la práctica de pintar al aire libre y captar los efectos de los cambios de luz y de color en la naturaleza y en los  personajes que representan en ella. Rousseau o Corot comienzan a pintar directamente en exteriores, y representan el instante y los cambios de luminosidad. 
- El tratamiento intenso y emocional del color tan característicos del Impresionismo lo encontramos anteriormente en artistas como Veázquez, Eugène Delacroix, William Turner y Francisco de Goya. Las teorías sobre los efectos del color de Eugene Chevreul y Charles Blanc, quienes estudiaron los fenómenos relacionados con la luz y el color, la influencia de los colores entre sí y las relaciones entre colores primarios, secundarios y sus complementarios también anteceden al desarrollo del Impresionismo.


1- OSCAR-CLAUDE MONET (1840-1926)

Oscar-Claude Monet encabeza la lista de pintores impresionistas, junto a autores tan significativos como Pisarro, Renoir, Sisley o Degas. Esta generación supuso una bocanada de aire fresco en un panorama artístico marcado por el academicismo. 

Las intenciones artísticas de Monet quedan patentes en su afirmación: “L@s otr@s pintor@s pintan el puente, la casa, la barca y ya han acabado; yo quiero pintar la atmósfera en las que están situados el puente, la casa y la barca, y la belleza del ambiente en que se encuentran, y esto no es otra cosa que lo imposible”. Monet es el paisajista del grupo y el único que mantuvo fidelidad absoluta al movimiento. Su obra presenta un carácter serial, ya que en ocasiones pinta varias veces un mismo tema para comprobar los efectos cambiantes de luz y color en horas y estaciones distintas. Sus series más conocidas son las referidas a la “Fachada de la Catedral de Rouen” o las “Ninfeas”.

El término Impresionismo proviene de uno de sus cuadros, “Impresión, sol naciente” (1872, óleo sobre lienzo). El cuadro fue expuesto en la exposición de 1874 en el antiguo estudio del fotógrafo Nadar, organizada junto a Renoir, Pissarro, Cézanne y Sisley. Como ya comentábamos antes, Louis Leroy consideró este cuadro de Monet paradigma de la tendencia grupal y tituló irónicamente su crítica “Exposición de los impresionistas”. Los pintores aludidos se tomaron el nombre como un  cumplido, hasta el punto de adoptarlo oficialmente. En este cuadro, Monet representa tres botes de remos navegando por el puerto de Le Havre, mientras al fondo, entre la espesura de la niebla matinal y el humo de las fábricas, sale el sol. Como comentó su autor, lo que pretendía representar era la impresión causada por la visión a la salida del sol. No quiso captar una escena, sino una atmósfera.

El cuadro que aparece arriba, al principio de la página, es de Monet. Son sus "Nenúfares". Están en el Moma de Nueva York. En los nenúfares encontramos una visión serena del mundo, plasmada en tonos de morado y verde. Las plantas acuáticas flotan con delicadeza en la laguna, sin preocupaciones, sin apuro… La escena representada nos transporta, en un cerrar de los ojos, a los jardines de Monet, a tiempos mejores…

El arte de Monet es inmortal, porque al ilustrar la naturaleza y las impresiones de la luz, ilustra nuestro anhelo por una paz interna.


2- AUGUSTE RENOIR (1841-1919)

Nació en Limoges, aunque pronto se trasladó con su familia a París. Su padre era sastre, y durante su infancia trabajó como decorador en una fábrica de porcelanas. En su obra más temprana se pudo observar la influencia de pintores como Monet en su tratamiento de la luz, y de Eugène Delacroix en su tratamiento del color.

Su “Baile del Moulin de la Galette” (1876, Museo d' Orsay) es una de las obras más famosas del impresionismo. Es un retrato colectivo de sus amigos charlando despreocupadamente en los veladores del Moulin de la Galette. 

Renoir es el retratista del grupo. Su interés por la figura humana constituye su mayor contribución al Impresionismo. Otros de sus importantes retratos fueron “Madame Charpentier y sus niños” (1878), y Jeanne Samary (1879). 

Otras pinturas destacadas son “El palco” (1874), “Mujer de abanico” (1875), “El Columpio” (1875),
“El almuerzo de los remeros” (1881), “Los paraguas” (1883) y “Jarrón de Crisantemos” (1895). Entre 1884 y 1887 realizó una serie de estudios de grupo de figuras desnudas conocidas como “Las grandes bañistas”.

Pierre Auguste Renoir mostró una gran originalidad creativa a lo largo de su vida. Su pintura muestra más interés por el cuerpo humano que por los paisajes. Además le gustan las escenas de interior. En Renoir no hay narración, ni grandes temas ni mensajes que adivinar. Todo en sus obras es sencillo, claro y directo. Los temas están tratados con gran delicadeza y cariño. Siempre aparecen en actitudes relajadas, sonrientes y felices. Bailan, toman una copa, charlan, tocan el piano, etc... Es agradable y atractivo contemplar sus escenas de París de finales del siglo XIX. Todo es simple y sencillo. Renoir es un pintor de gran colorido. Capta lo instantáneo y huye de lo serio y trascendente.

3- EDGAR DEGAS (1834-1917)

Fue un dibujante, escultor y pintor virtuoso en la técnica académica clásica pero moderno en la búsqueda de imágenes. Fue uno de los fundadores del Impresionismo, pero tiene un estilo único, especialista en captar el movimiento del cuerpo. Más de la mitad de sus obras están ambientadas en el Ballet (unas 200), y de ellas ocho lo muestran entre bambalinas. 

Las obras de Degas son de gran calidad técnica y la personalidad del autor se caracteriza por su incesante búsqueda de la belleza. Nació en una familia rica y culta. Fue discípulo de Louis Lamothe, un discípulo de Ingres. Completó su formación con visitas al Louvre y con viajes a Italia, donde estudió a los grandes maestros del Renacimiento. Dada su gran admiración por Ingres, comenzó pintando temas históricos, pero a principios de 1865, influido por el movimiento impresionista, abandonó los temas académicos para dedicarse a una temática contemporánea. Amigo de Pisarro, Renoir, Manet y Monet, participó en siete de las ocho exposiciones del grupo. Les unía el deseo de representar el instante y lo espontáneo, pero en lugar de paisajes, Degas prefería trabajar en su taller. Le interesaba representar la vida moderna, centrándose en el ser humano, esencialmente en la mujer. La preocupación por captar el movimiento con fidelidad, le llevó a retratar constantemente a bailarinas o las carreras de caballos. Estudió a las bailarinas desde el punto de vista del espectador, tras el escenario, en el escenario, en los descansos y en los ensayos. Algunas de sus obras más importantes fueron “Clase de danza” (1871), “Fin d'Arabesque” (1877), “Mejor en la bañera”, “Bailarina verde” y “Antes de la carrera” (1882-1884).

4- LAS ESCULTURAS DE RODIN

Rodín era un creador sin parangón, un trabajador acérrimo. Tras sus inicios en la “pequeña escuela” trabaja en París y posteriormente en Bruselas, donde muestra una gran habilidad para los temas decorativos, de espíritu dieciochesco. El descubrimiento de Miguel Ángel, durante un viaje a Italia en 1875-1876, fue determinante para su trabajo posterior. A su vez, Rodín opera una ruptura en la historia de la escultura, abriendo paso al arte del siglo XX.

Fue en Italia donde el artista concibió su primera obra famosa, “La Edad del Bronce” o “El vencido” (1877). El 1880 marca el reconocimiento oficial del mérito de Rodín por parte del Estado francés, que le encarga una puerta monumental, “La Puerta del Infierno”, para un proyectado Museo de Artes Decorativas que nunca se llegó a construir.

“El Pensador”, su obra más conocida, encarna el acto de meditación. El influjo de Miguel Ángel en esta escultura es determinante. El personaje se encuentra sumido en la profundidad de sus reflexiones, librando una batalla interior. A través de la constitución muscular manifiesta la fuerza de los tormentos morales y las angustias humanas. Todo el cuerpo lo tiene empleado lo tiene empleado en el pensar, hasta los pies están crispados por el esfuerzo de debatirse entre los pros y los contras de sus propósitos. La luz y la técnica del modelado son impresionistas, pero el vigor de las formas, el trabajo de la materia y las texturas dejan entrever rasgos expresionistas. 

A finales del siglo XIX, el Impresionismo, que era un movimiento fundamentalmente pictórico, ejerció una profunda influencia en la escultura. Algunos escultores introdujeron las sensaciones lumínicas a través de la renovación de las técnicas, explorando las posibilidades del material y estudiando los efectos de lo inacabado, técnica que había iniciado Miguel Ángel. Clasificar a Rodín simplemente como impresionista no sería justo, ya que traspasó sus límites poniendo su arte al servicio de un programa simbolista. Funde la técnica impresionista, que con la rugosidad de las superficies y la multiplicación de los planos, obtiene efectos de luz y de vida profunda de las figuras. 

En 1884, el alcalde de Calais le encargó un monumento en homenaje al sacrificio de los burgueses de Calais.

Rodín llegó a alcanzar gran fama entre las clases alta y media, lo que le supuso una buena cantidad de cargos de retratos, tanto para el ámbito privado como público, que culminó con la ejecución en 1898 del Busto de Balzac. 

A menudo se ha comparado su vigorosa expresividad con la incontestada magnitud del talento de Miguel Ángel.


En España el Impresionismo tuvo varios seguidores que manifestaron su preocupación por la luz. Entre ellos destacan Regoyos, Sorolla, Rusiñol y Casas.